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Channel: El Lado Frío De Mi Almohada | Lectura Inquieta
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Vinieron para quedarse... (XXVI).

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Hola a tod@s!

Ya sé que hace varios días que no me paso por aquí, pero como saben por las miguitas que he esparcido por las redes, ¡he estado de viaje allende los mares! Ha sido una semana estupenda, pero no he dejado nada programado y esta casita se ha quedado un poco abandonada. Lo peor es que tengo varias reseñas preparadas que podía haber dejado calentando el hogar, pero bueno, al final se me echó el tiempo encima y acabé cerrando a cal y canto. Para abrir las ventanas y refrescar la estancia, he decidido mostrarles los libros que llegaron el mes pasado a mis estanterías: fueron pocos, pero de lo más interesantes, ¡pasen y vean!


Dos libros de Alianza volvieron a darle vidilla a mi cartero, que últimamente ya no se pasan tanto por casa como antes: el primero  fue el ya reseñado El atentado, un cómic interesantísimo basado en una novela de Yasmina Khadra del que ya he hablado y que, desgraciadamente, parece muy pertinente en los días que corren. Por otra parte recibí Levantarse otra vez a una hora decente, un libro cuyo título me atrapó desde el primer momento y con el que me sentí de lo más identificada: estoy deseando saber qué se esconde entre las páginas de esta novela que a primera vista parece fresca y entretenida.


Gracias a la Editorial Alevosía recibí un libro del que sólo he leído cosas buenas: La joven que no podía leer. Todas las reseñas leídas hasta el momento lo ponen muy bien, la edición es preciosa y creo que es un libro que voy a disfrutar muchísimo. En mi paseo mensual por la librería (ya ven que me he autocastigado con la contención), mis ojos se posaron en Papá Piernas Largas, un clásico juvenil que, por lo que he visto en la blogosfera y booktube, es uno de los libros favoritos de muchos lectores... ¡Y yo no lo conocía! Ya pude leerlo y me pareció muy agradable aunque quizás un poco predecible, pero reconozco que estas historias de jovencitas en tiempos pretéritos siempre me acaban resultando de lo más adorables y es fácil ganarme con ellas (excepto con Mujercitas, que no sé por qué a todo el mundo le gusta cuando a mí fue un libro que me aburrió soberanamente...)


Por último, compré en digital el libro ganador del Concurso de Autores Indie de Amazon 2015: La hija del dragón, de Myriam Millán. Sinceramente, ni por portada ni título lo hubiera comprado, ni siquiera el galardón fue lo que me empujó a hacerme con él... Pero a la autora ya la tenía fichada por las buenas críticas que había recibido su anterior obra y la buena opinión generalizada sobre esta novela me animaron a hacerle hueco en mi estantería virtual y tenerlo como "libro de espera", esos a los que recurro cuando tengo que afrontar largos tiempos muertos en estaciones de autobuses, salas de espera y lugares de paso en general.

Pues, ¡esto ha sido todo! ¿Conocían alguno de los libros que les presento?¿Me recomiendan adelantar la lectura de alguno de ellos? ¿Tienen también "libros de espera" reservados para cuando es menester? Abrazos! ;)


Blacksad.

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Para mí, hay ciertos géneros literarios que están relacionados con determinadas estaciones: no sé por qué la narrativa contemporánea más gafapasti la asocio a la temporada otoño – invierno mientras que la fantasía o la novela negra son, a mi gusto, niñas del verano: se ve que con la subida de las temperaturas prefiero leer relatos menos cercanos a mi experiencia humana, que me conviertan en una heroína inesperada. Para este último verano había previsto leer una historia con la que ya tenía ciertos antecedentes, pero en la que quería sumergirme de lleno: hablo del cómic Blacksad, que con sus extravagantes animales antropomórficos y sus tintes de clásica novela de detectives, prometían hacerme disfrutar de dos de mis géneros favoritos de la estación a la vez. Tiempo atrás había leído el primer tomo publicado hasta el momento de la serie, Un lugar entre las sombras, pero tenía entre ceja y ceja leer el resto de tebeos escritos por Juan Díaz Canales y dibujados bellamente por Juanjo Guarnido: nada ni nadie me iba a apartar de las aventuras de este sexy gato negro que llevaba en mi lista de pendientes desde tiempos inmemoriales.


John Blacksad es un atractivo gato negro con cierto parecido a Marlon Brando que ejerce como detective en la América de los años cincuenta. El mundo de Blacksad es exactamente igual que el nuestro, con la única diferencia que está habitado por animales con características humanas: de este modo nos encontraremos a búhos científicos, hienas abogadas, leones empresarios, perros policía, reptiles mafiosos… y toda una sucesión de animales antropomorfizados que ejercen un papel importante en los casos que, queriéndolo o no, tiene que resolver nuestro protagonista. Con una ambientación fiel al cine noir, unas tramas extraídas de la más pura novela negra y un carismático personaje principal que nos conquista enseguida, Blacksad es una historia en la que uno se deja llevar muy fácilmente.


Como he comentado, Blacksad es la estrella de esta serie: no sólo da nombre a la misma, sino que los casos a los que se enfrentan son los protagonistas de cada tomo. En el primero de todos, Un lugar entre las sombras, conoceremos a nuestro querido John, que se nos presenta como un detective taciturno, solitario y de vuelta de todo que ha de averiguar quién asesinó a un antiguo amor.En esa historia se sentarán las bases de su personalidad valiente, inquisitiva, perspicaz y algo pasional que veremos que irá adquiriendo matices en historias posteriores. En la segunda historia, Arctic – Nation, somos testigos del secuestro de una niña negra en una población en la que hay fuertes disputas raciales entre los animales blancos y el resto: una perfecta metáfora del racismo y la violencia contra la población negra desarrollada de una forma magistral. En Alma roja nos acercaremos a las tensiones surgidas tras la II Guerra Mundial y los orígenes de la Caza de Brujas: Blacksad se encuentra trabajando como guardaespaldas para un acaudalado empresario y descubrirá toda una trama de conspiraciones, secretos y mentiras al más alto nivel que se verá obligado a destapar, aunque ello le cueste más de lo que está dispuesto a asumir. En El infierno, el silencio, John Blacksad se  traslada a la pintoresca Nueva Orleans para encontrar a un exitoso músico desaparecido que puede tambalear la reputación de su jefe: nuestro gato se adentrará en los barrios bajos de la ciudad para buscar alguna pista, descubriendo por el camino trapos sucios que nadie quiere que salgan a la luz. En la última aventura publicada hasta el momento, Amarillo, Blacksad, harto de tanta corrupción y   violencia, se compromete a llevar un magnífico Cadillac desde Nueva Orleans hasta Tulsa con el objetivo de desconectar y tomarse unas pequeñas “vacaciones” en su vida marginal… Pero lamentablemente se verá envuelto en una serie de asuntos turbios que le obligarán a pasar a la acción.


Blacksad destaca por estar escrito de una manera muy accesible y por regodearse en todos los clichés del género: no lo digo de modo despectivo, pues se ve claramente que la intención de Díaz Canales y Guarnido es homenajear a los  autores clásicos de novela negra, esos que sentaron las bases de un género que ha evolucionado mucho sobre todo en los últimos años. Es precisamente ese clasicismo el que le da un encanto especial a las historias, que parecen rezumar olor a tabaco y sabor a whisky: Blacksad es cualquiera de esos detectives con gabardina que aparecen en las películas antiguas, un tipo duro pero con gran corazón que se ha hecho a sí mismo, que usa la violencia cuando la tiene que usar pero que también hace caso de su instinto e inteligencia para resolver los casos más complicados mientras tiene tiempo para enamorarse, deprimirse, huir, triunfar, fracasar… La ambientación de la América de mediados del siglo pasado está perfectamente conseguida gracias a lo que yo considero el verdadero valor de esta historia: unas acuarelas maravillosas que dotan de vida el universo de Blacksad: bellas, extremadamente cuidadas, elegantes, de colores vibrantes y efectivos… Ya me habían avisado de que estos cómics eran una joya de la ilustración, pero hasta que no los he leído, no he comprendido dicha expresión en toda su magnitud. Caracterizar a un enorme número de animales como personas sin que resulte cursi, asignarles una personalidad concreta y que consigan subrayar ese carácter incluso por encima de su apariencia física es algo difícil de lograr y que Juanjo Garrido consigue con total solvencia:no es de extrañar la gran cantidad de premios que cosecha esta serie por sus atributos artísticos, todos más que merecidos.



He de decir que, tras la lectura de estos cómics, me he convertido en una fan incondicional de Blacksad: el personaje es verdaderamente carismático, el dibujo es genial, las tramas atrapan y, en conjunto, es una obra verdaderamente remarcable. Sé que el cómic no es el género más popular entre el común de los lectores y quizás para los amantes más puristas de la novela negra les parezca que la base narrativa de Blacksad tira demasiado de clichés… Pero a mí me ha enamorado ese aire vintage, esa conjunción de dibujo y prosa tan bien llevada, esos personajes tan bien caracterizados, esas historias clásicas cuyo mensaje es atemporal… Creo que Blacksad supondrá una sorpresa agradable para esos lectores alérgicos a los prejuicios que simplemente quieran disfrutar de una trama ágil y bien llevada trasladada a imágenes de una manera magistral: les aseguro que es una experiencia estética muy difícil de imitar en la literatura contemporánea. 

Algún día escribiré mis memorias. He visto y vivido tantas situaciones fuertes que la gente cuando las lea, pensará que son una sarta de mentiras, que no cabe tanta maldad en el mundo. Aunque no me extrañaría que se acabaran publicando como si fueran una novela policíaca... Se venderían de maravilla. La gente es muy morbosa.

Carta de una desconocida.

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El arte de procrastinar requiere esfuerzo y motivación: no es cuestión de simplemente “dejar todo para más adelante”, sino de engañar al cerebro haciéndole creer que se puede posponer una actividad obligatoria porque tienes que hacer antes otra cosa más importante. Tras muchos años como procrastinadora, soy experta en el sector: no es raro, por ejemplo, que me acerque a la biblioteca con la intención de estudiar como si no hubiera mañana para acabar entreteniéndome entre las estanterías y encontrar “casualmente” uno de esos libros que tengo que leer y que, ya que está entre mis manos, voy a empezar inmediatamente. Algo así me pasó cuando tropecé con un ejemplar de Carta de una desconocida, de Stefan Zweig, un autor que me gusta mucho y una obra tan cortita que pensé que no me haría procrastinar demasiado… Decidí leerlo allí mismo, dejando a mis estupefactos apuntes a su suerte,  que no se podían creer que una vez más abandonara sus instructivas lecciones en busca de una lectura mucho más placentera…


Un escritor en la cima de su fama recibe una extraña carta de parte de una mujer a la que no recuerda conocer. Sin saber qué quiere ni de quién se trata, nuestro protagonista se sumerge en la lectura de una epístola que destila una pasión desbordante hacia su persona por parte de una dama de su pasado, que le cuenta cómo se ha enamorado perdidamente de él, cómo esa obsesión ha trastocado su vida mientras que él apenas reparaba en su presencia silenciosa y anhelante…


Sólo hacen falta dos personajes para dar solidez a esta obra:el escritor, un hombre joven, guapo y triunfador que siempre ha tenido mucho éxito con las mujeres, aunque nunca ha querido comprometerse con ninguna y, por otro lado, ella, una mujer enamorada hasta el infinito que ha pasado la mayor parte de su vida obsesionada por este amor, desde que siendo niña coincidieron como vecinos en el mismo edificio. En el transcurso de las pocas páginas que contiene el libro conoceremos mejor a esta muchacha y la explosión de sentimientos que siente por el protagonista, todo lo que le ha amado y ha sufrido sin él saberlo. El paso de la adolescencia a la madurez de la joven y los avatares sufridos desde que dejaron de vivir bajo el mismo techo serán los ingredientes necesarios para hacer de ésta una de las historias de amor más increíbles y trágicas que haya tenido la oportunidad de leer.


A estas alturas no me sorprende encontrarme  ante una prosa tan maravillosa como la de Stefan Zweig, tan cargada de solidez y poesía, tan parca en extensión pero tan llena de matices… Lo que sí me alucina, y lo hago siempre que me encuentro con un caso similar, es la capacidad del autor para meterse en la piel de un personaje femenino y hablar en primera persona de su mundo interior de una manera tan real y humana: la escritura de Zweig rezuma sensibilidad y todos los sentimientos que expresa en boca de la muchacha protagonista se notan auténticos, vívidos. El relato en todo momento va ganando en fuerza hasta llegar a un clímax final que nos deja el corazón en un puño y que nos hace pensar que Zweig una vez más, ha logrado conquistarnos, que es muy injusto el olvido al que ha estado sometido tanto tiempo, que no debemos perder la oportunidad de leer todo lo que podamos de un escritor tan rematadamente bueno, todo un genio de las palabras.


Carta de una desconocida es un libro magnífico, una de esas novelas con las que te alegras de haberte encontrado y que no dudas en recomendar a la menor ocasión.Desde mi punto de vista, no puede clasificarse de historia de amor ya que no es recíproca, sino más bien el retrato de una obsesión que roza casi la locura por parte de una joven que ha amado a quien no lo merecía con todo su corazón, sin la esperanza de recibir nada a cambio… Por su delicadeza, sensibilidad y excelencia literaria estoy convencida de que Carta de una desconocida enamorará a los pocos lectores que queden aún sin conocer este relato: nunca hubo correspondencia tan desgarradora, nunca unos sentimientos de papel estuvieron tan a flor de piel.

Durante dos meses estuve preguntando cada día si había algo para mí... pero no, ¿para qué describirte ese tormento infernal de la espera, del desconsuelo? No te culpo, te quiero tal como eres, ardiente y distraído, olvidadizo, entregado e infiel, te quiero así, sólo así, como siempre has sido y como aún eres. Ya hacía tiempo que habías vuelto, lo veía en tus ventanas iluminadas, y no me escribías. Aún no tengo ni una línea tuya en mi última hora, ni una línea de aquel hombre al que he entregado mi vida. Esperé, estuve esperando y esperando como una desquiciada, pero no me llamaste, no me escribiste ni una línea... ni una...

Vayamos por partes.

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Descubrí el universo blog mucho antes de tener el mío propio: hará  unos ocho o diez años que comencé a bucear en el submundo blogosférico, cotilleando en diarios ajenos, en busca de lecturas diferentes. Sin querer ponerme en plan abuela cebolleta, las redes sociales por aquel entonces no existían o aún no se habían popularizado, y los blogs personales eran los reyes del mambo: antes del triunfo de Facebook, Twitter, Youtube o Instagram, un blog era la mejor manera de tener un diario on line y, con suerte y algo de chispa, podías hacerte hueco en el corazoncito de muchos lectores. Uno de los primeros blogs de este tipo que seguí lo encontré por casualidad: leyendo las entradas ingeniosas de otra bitácora descubrí un enlace a uno llamado Lorzagirl y me hizo tanta gracia el nombre que no pude evitar pinchar sobre el. No recuerdo cuál fue la primera entrada que leí (seguro que fue una anécdota con alguna viej… perdón, anciana), pero lo cierto es que me desternillé de risa y comencé a seguirlo asiduamente en silencio, llegando a leer incluso las entradas anteriores a mi aterrizaje forzoso en dicho espacio virtual. Hace un par de meses, la autora del blog propuso un crowfunding entre sus seguidores con el fin de editar un libro que celebrara el décimo aniversario de su rinconcito y tuve claro que quería poner mi granito de arena para agradecerle tantos buenos ratos gracias a sus escritos: aunque no pude participar directamente en la iniciativa, no dudé en comprar su historia a posteriori: en cierto modo su blog ha formado también parte de mi vida y no quería perder la oportunidad de tener algo físico que me recordara el risueño tiempo compartido.



Vayamos por partes es una recopilación de las entradas del blog Lorzagirl corregida y ampliada por la propia autora diez años después del inicio de su navegación por los mares internáuticos. El blog recoge entradas que van desde el año 2005 hasta principios de 2007 y en ellas se nos presenta a su protagonista como una chica normal, que vive en casa de sus padres con sus hermanos mientras estudia y trabaja como cajera en un supermercado, donde siempre están acechantes clientes de toda calaña, dispuestos a desesperar a nuestra sufrida heroína. Lorzagirl nos habla de su día a día con mucha gracia, convirtiendo cualquier anécdota en una historia cargada de tintes fantásticos, donde la exageración, la ironía son elementos clave: el desparpajo y la torpeza de Lorzagirl acaban calando hasta en el corazón más hostil.


No se puede hablar de este libro como una historia de ficción, ya que en realidad es una biografía novelada de la propia autora: Lorzagirl filtra su realidad con humor para ofrecernos unas divertidas anécdotas de su día a día muy fáciles de leer. Aunque ella es la protagonista indiscutible, es inevitable que aparezcan retratadas muchas de las personas con las que se relaciona habitualmente: así nos meteremos de lleno en su simpar familia, conociendo a Lorzamamá, Lorzapapá, Hermano Mediano y Hermano Pequeño, también compartiremos momentos frikis con algunos de sus amigos y compañeros de trabajo… Pero, sin duda, la historia principal que sirve como hilo a esta recopilación es el “cómo conocí a vuestro padre”: actualmente Lorzagirl está casada con Zarajota y es madre de dos criaturitas, por lo que este libro sirve un poco para compilar todos los momentos que llevaron a mamá a conocer a papá mucho antes de que el uno supiera de la existencia del otro y cómo fue realmente el comienzo de su relación: los lectores habituales tendremos ahora la versión extendida de lo que en realidad pasó, lo que nos sirve para completar ese retrato mitológico que nos habíamos hecho de los comienzos de la pareja.



Lorzagirl escribe muy bien: tiene un estilo sencillo, pero sabe manejar con fluidez los momentos de humor y jugar con sus lectores, engañándolos a veces con sus versiones contradictorias… Como ya la conocía de antes, no me sorprendo ante su capacidad de enganchar al que la lee gracias a esa gracia especial que tiene para contar las cosas más normales del mundo; me ha gustado comprobar, leyendo estas entradas tan antiguas, que sigue manteniendo la frescura. La gracia de este libro, a parte del valor que pueda tener para gente que la seguíamos de antes, es retornar a esos inicios del blog con un valor añadido: Lorzagirl, al final de muchas de las entradas que ha seleccionado, hace un comentario desde su perspectiva de 2015 a los hechos acontecidos 10 años atrás: así vemos como la Lorzagirl de 2005 es rebatida por la de 2015, que nos aclara muchas de las cosas que pasaron, nos cuenta anécdotas nuevas que nunca se atrevió a escribir o reescribe la historia desde el punto de vista actual, ofreciéndonos una versión de los hechos diferentes que enriquece lo que nos había contado antes.



Vayamos por partes es una rareza literaria que entiendo que tiene un público muy específico, pero que personalmente me ha encantado: ha sido un poco como meterse en la máquina del tiempo y viajar a una época en la que no había redes sociales o internet en los móviles, en la que nuestro país tenía otros problemas (algunos de los cuales aún persisten), en la que el frikismo no estaba tan bien visto como hoy en día… He disfrutado mucho de este nostálgico paseo y, aunque lo que voy a decir contraviene una de mis más fuertes convicciones literarias, espero que Lorzagirl se anime a sacar una segunda (o tercera) parte de sus aventuras, con lo que aún queda por contar: aunque conozco algo del romance de Lorzagirl y Zarajota gracias al blog, siempre será interesante leer los comentarios de su protagonista hoy en día, “detrás de la escena”… En definitiva, Vayamos por partes es una obra divertidísima y con muchos toques tiernos que gustará a los que disfruten de las historias basadas en hechos reales  con tintes de comedia romántica… Pero si, por lo que sea, no te animas con el libro, no dejes de visitar el blog de Lorzagirl; estoy segura que leer alguna de sus entradas te dejará buen sabor de boca. 
Miro el calendario y descubro con horror que en veinticinco días cumpliré veinticinco años. Sí, así es. Lo he comprobado con la agenda, el teléfono y el ordenador; incluso he mirado la fecha de nacimiento de mi DNI. Todo concuerda. Ya no hay vuelta atrás. En pleno ataque de pánico me he puesto a pensar (creo) y me he dado cuenta de que, aunque mi cuerpo no parece verse afectado de momento, a todos los efectos, ya soy demasiado vieja para un montón de cosas.

Previously... (XX).

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Hola a tod@s!

¿Se pueden creer que ya estamos a final de año?¡Pero si se ha pasado volando! A 2015 le quedan dos telediarios para cerremos el chiringuito, empecemos con los balances y volvamos la vista atrás con nostalgia mientras miramos al futuro con ilusión... Como todavía faltan un par de semanitas para ello, ahora toca repasar  qué pasó en El lado frío de mi almohada en noviembre, un mes estupendo que se me fue en un suspiro...


Lo reseñado.

Pues sí, lo reconozco: ha sido un mes de pocas reseñas y, en general, poco movimiento en el blog, ¡pero es tenido unos horarios de locura! Comencé el mes mostrándoles El atentado, un muy recomendable cómic basado en una obra de Yasmina Khadra que se vuelve especialmente pertinente en los tiempos que corren. Más tarde les introduje en el mundo de Blacksad, un felino negro con aura de conquistador que me hizo disfrutar muchísimo con sus tortuosas historias con tintes noir. Para compensar el exceso de novela gráfica que trajo consigo el mes, decidí cerrar noviembre con Carta de una desconocida, una de las novelas más celebradas de Stefan Zweig: me gustó mucho este relato de pasión descarnada y, aunque puede que hacia el final pierda algo de fuelle, no dudo en alabar la maravillosa prosa del austriaco, que absorbe y embelesa desde el minuto cero a cualquiera que caiga en sus redes.


Lo leído.

Haciendo este repaso me he dado cuenta de que noviembre fue un mes especialmente "ilustrado": no sólo abundaron las reseñas de cómics, sino también la lectura de los mismos. Comencé el mes entre modernos y capullos gracias a los cómics de Moderna de Pueblo: Soy de pueblo y Los capullos no regalan flores me hicieron pasar un rato muy agradable con unas cuantas risas de por medio. A mitad de mes y aprovechando que estaba de viaje por territorios ignotos, decidí llevarme conmigo Leyendas de la Tierra Límite para que acompañaran mi periplo, lo que supuso una muy buena experiencia. Al llegar de viaje me apetecía cambiar de registro y regresar al mundo conocído, por lo que no tuve otra opción que visitar La librería a la vuelta de la esquina para sentirme como en casa de nuevo. Y finalizando el mes y empujada por los terribles acontecimientos previos, me vi obligada a recorrer una de mis ciudades favoritas del mundo de la mano de Hemingway: París era una fiesta era un título que me transmitía la alegría de vivir que siempre he relacionado con esa ciudad, a pesar de que algunos se hayan empeñado en acabar con ella. 


Inspiración lectora.

Simple, sencillo, directo: una de las cosas que más me gustan en el mundo es el olor a libro nuevo, como bien dice la viñeta. Y es que la felicidad se esconde en sitios inesperados... Ahora que se acerca la Navidad y con ella los regalos, espero que los Reyes Magos, San Nicolás o el espíritu al que le toque pasar por mi casa a dejar alguna cosilla tenga a bien agasajarme con al menos una pequeña dosis de olor a libro nuevo debajo del árbol... ¡Con un poquito me basta! Pero si no cae este perfume, no pasa nada: ya me encargaré yo de disfrutar de ese olor siempre que pueda... ¡aunque sea haciendo excursiones de una librería a otra!

Pues, ¡esto es todo, amig@s! Noviembre fue, para mi gusto, rápido y breve y diciembre se prevé con poco tiempo libre... Es hora de ir cerrando retos (que los llevo fatal, todo sea dicho), pensando en propósitos para 2016 y escribiendo la lista de esos libros que nos gustaría regalar y que queremos que nos regalen... ¿Alguna idea? ¿Qué esperas de diciembre? ¿Tienes ganas de acabar el año pronto y que llegué cuanto antes 2016?¡Dime lo que quieras en los comentarios! Abrazos! ;)

Leyendas de la Tierra Límite: Las Tierras Blancas.

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Hacer el equipaje cuando uno se va de viaje no es tarea baladí, y menos cuando hay que escoger cuidadosamente lo que nos queremos llevar para no superar el peso permitido: encajar en una minimaleta la ropa que has de llevar durante una semana de aventura en un sitio de clima polar no es precisamente fácil, créanme. Lo común en esos casos es deshacerse de lo superfluo y llevar lo imprescindible, todo bien enrolladito, ocupando cada hueco como si del Tetris se tratara. Pero, ¿qué es lo imprescindible en un viaje? Cámara de fotos, ropa de abrigo, zapato cómodo y sí, un libro, por favor: no soy capaz de enfrentarme a un vuelo de cuatro horas sin nada que leer entre manos. Aunque podía haber optado por lector electrónico o la propia pantalla del móvil, decidí llevar de polizón una novela que me parecía combinar perfectamente con mi destino anglo - escocés: fue así como Leyendas de la Tierra Límite: Las Tierras Blancas, de Ana González Duque, se sumó a mi viaje, convirtiéndose en un compañero fiel que incrementó la dosis de aventura y fantasía ya  implícitas en mi propia odisea.


Leyendas de la Tierra Límite nos habla del eterno enfrentamiento entre las fuerzas del bien y el mal en un mundo donde este precario equilibrio está salvaguardado por las Sanadoras, que consiguieron mantener alejados a los Oscuros en sus propias tierras gracias a su poder, y también por los Guerreros del Alba y los Physii, que velan la paz de las Tierras Blancas, enfrentándose a amenazas terribles en la Tierra Límite. Cuando la Sanadora Mayor cae enferma, el escudo mágico que protege las Tierras Blancas se empieza a debilitar, con lo que el peligro es cada vez más real: es por ello que la Sanadora Mayor le pide a Aïa, una aprendiz de Sanadora llamada a sucederla, que vaya en busca de Guil, un humilde cocinero, que será  clave para mantener el statu quo logrado con tanto esfuerzo.... aunque quizás el muchacho no esté muy por la labor de colaborar.


Un curioso grupo de personajes se acaba reuniendo con el fin de liberar a las Tierras Blancas de la oscuridad que se cierne sobre ellas: especial protagonismo tendrán Aïa, una joven llamada a ser una Sanadora de poder excepcional, con una gran capacidad de sentir a la Naturaleza, de notar sus fluctuaciones. Aïa es aún muy joven, pero es consciente del futuro que le espera, de la responsabilidad que tendrá que ejercer llegado el momento, y por ello se ha preparado a conciencia... Es por eso que no entiende como Laua, la Sanadora Mayor, le pide que reclute a Guil de Merabal, un simple cocinero, para que se una a la causa de proteger las Tierras Blancas. Pero Laua tiene sus razones: no sólo atesora un gran poder, sino también una gran sabiduría ganada a costa de enormes sacrificios, por lo que es consciente de que Guil será imprescindible para lograr el éxito de su misión. Guil, por su parte, es un joven algo resentido con el mundo: con una infancia infeliz causada por un suceso traumático, Guil hace frente a una vida anodina condenada al olvido... Quizás por ello y a pesar de sus reticencias iniciales, el chico acaba aceptando formar parte de una extraña expedición en busca  del Agua de la Vida, imprescindible para que el poder de las Sanadoras no se quebrante. Junto a ellos estarán también  Bluth, un Guerrero del Alba cuya vida cambió completamente gracias a Aïa, Aalfad, otra joven Sanadora que es pura bondad e inocencia y Baeshaa, una especie de bruja a la que Laua pide ayuda, a pesar de que las une una fuerte enemistad. Todos estos personajes se encaminan hacia un destino incierto en el que se enfrentarán a grandes horrores por el bien de las Tierras Blancas: aunque el dicho dice que "la unión hace la fuerza", su victoria sobre los Oscuros se antoja prácticamente imposible.


Si hay un elogio que se le puede hacer a este libro es su agilidad: la obra, dividida en capítulos cortos que nos muestran el punto de vista de diferentes personajes, se lee tremendamente rápido y con gusto, al tener un ritmo vivo y un lenguaje evocador, que nos traslada de inmediato al mundo de fantasía presentado por la autora. Estos atributos brillan con intensidad en una primera mitad muy bien trabajada, que nos pone en antecedentes sobre el mundo en el que nos encontramos y nos retrotrae al pasado de los protagonistas gracias a algunos flashbacks que nos sirven para comprender mejor cómo han llegado hasta allí, enriqueciendo la historia. También me ha gustado mucho la cuidada narración de González Duque, que logra transmitirnos esa sensibilidad por la Naturaleza, tan importante en el mundo que ha creado: abundan las descripciones casi poéticas, realizadas para hechizar nuestros sentidos. Sin embargo, he de mencionar también ciertas cosas que no me convencieron: aunque repito que las bases del relato son sólidas,  creo que a la relación entre Guil y Aïa le faltó un punto de cocción a fuego lento, y  también que la autora pasó de puntillas sobre la parte final de la novela, cuando la batalla entre el bien y el mal es inevitable. Da la sensación de que algunas de las tramas adolecen de falta de profundidad o de una explicación más clara pues en varias ocasiones los hechos me han resultado demasiado "porque sí" en comparación con el ritmo general de la historia: considero que esta es una de esas ocasiones en las que unas cuantas decenas de páginas más hubieran contribuido a un resultado más redondo.


Leyendas de la Tierra Límite: Las Tierras Blancas es un libro con el que me lo he pasado francamente bien y que recomiendo a todo el que quiera adentrarse en una notable novela fantástica: a pesar de mis peros estoy deseando leer la segunda parte de esta bilogía y saber qué pasa con los personajes, cómo son las tenebrosas Tierras Oscuras... Me ha gustado mucho conocer el mundo creado por Ana González Duque en el que, más allá de la clásica lucha entre bien y mal y la pizca de romance que tiene todo libro de fantasía juvenil, encontramos temas como la amistad, la traición, la familia, el deber, el destino o la lealtad, que conforman una historia rica que consigue dejar huella en sus lectores. En definitiva, Leyendas de la Tierra Límite: Las Tierras Blancases un pasaje de ida hacia un mundo de fantasía cuya magia no se limita sólo a las cualidades de los personajes y criaturas que allí se encuentran, sino que incluye una ambientación excelente, una prosa acogedora y una historia que aún puede dar mucho más de sí:¡yo ya tengo decidido reservar mi billete para la próxima expedición hacia Las Tierras Oscuras!

Era justo ese momento entre el sueño y el despertar, en el que la cama todavía es un refugio cálido y la realidad, con sus aristas, aún no ha hecho acto de presencia. La despertó el tamborileo de la lluvia sobre las hojas del limonero del huerto. La habitación estaba en penumbra, pero los árboles, acusadores, proyectaban su sombra sobre el techo de la pared. A finales de ese mes, habría terminado la floración de los frutales y los pétalos más endebles caerían para dejar paso a los frutos. Pero ella ya no estaría allí para verlo".
Agradezco a Ana González Duque el envío del ejemplar. 

Emma.

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Es hora de ir cerrando el año y es hora de ir cerrando retos: si hay algo que puedo decir apenas a dos semanas de concluir este 2015 es que he fracasado estrepitosamente en la mayoría de propósitos literarios que me hice a principios de año. La vida es así y en el fondo no me lamento: quizás no haya logrado alcanzar todos los objetivos que me había planteado, pero he disfrutado de  buenos libros y en ningún momento me he sentido presionada por leer tal o cual cosa. Sin embargo, hace poco que metí la pata con uno de los desafíos en los que más ilusión me hizo embarcarme: Carmen tuvo la idea era celebrar el Bicentenario de la publicación de  Emma, de Jane Austen, con una especie de macro lectura conjunta que se alargaría durante gran parte del año, pero cuyas reseñas había que publicar antes de una fecha determinada... Y aunque lo leí en su momento, se me pasó hablar de este libro en el plazo acordado, lo que hacía que mi desafío se hubiera quedado a medias. Sin embargo Carmen, que es una enviada de Jane Austen en la Tierra, ha tenido a bien darme una pequeña prórroga para que cuente mis impresiones sobre la novela y  aquí me hallo, para hablarles de cómo ha sido conocer a Emma en esta fecha tan señalada.


Emma es una muchacha lista, guapa y muy consentida,que se desvive por atender a su hipocondríaco padre y por emparejar a todos sus conocidos en edad de merecer. Esta afición se la toma tan en serio que cree realmente que tiene un don: Emma está convencida de que su intuición como celestina no falla y juega con los destinos de los demás a su gusto, como si se trataran de simples muñecos. Esto contrasta con el poco interés que tiene la joven por conseguir marido: Emma es rica e independiente y no tiene intención de casarse. La vida de Emma es lo suficientemente acomodada para que sus días transcurran entre paseos, visitas de cortesía y la atención de su hogar, cosa que irremediablemente la acaba aburriendo; es por ello que no duda en buscar nuevas presas en su afán de ejercer de Cupido. A pesar de que el comportamiento de Emma es cuestionable, nadie critica su espíritu manipulador, salvo el señor Knightley, un buen amigo de la familia y concuñado de Emma: el señor Knightley no duda en regañar a la muchacha cuando esta se propasa en sus atribuciones, siendo la única persona capaz de hacerle ver a la joven que en ocasiones su comportamiento puede llegar a ser muy mezquino y egoísta.


Los personajes que aparecen en esta novela están muy bien definidos: destaca sobre todos Emma, de personalidad brillante pero no exenta de malicia: ella es  optimista y alegre, aunque también se nos muestra como una joven clasista, actitud que por momentos resulta desesperante. A pesar de que su madre murió siendo muy niña, siempre ha estado rodeada de amor: adora a su padre y tiene una muy buena relación con su hermana y con la señora Weston, que fue su institutriz desde muy pequeña. Emma tiene muchos amigos y suele ser generosa con los demás, aunque a veces se impone su lado egocéntrico, ese gracias al que hace y deshace sobre las vidas ajenas a su antojo. Emma tiene muy claro al principio que no quiere casarse y eso ha sido algo que me ha sorprendido bastante, pues en las otras novelas que he leído de Austen, el matrimonio era el fin deseado por cualquier joven del momento: supongo que la diferencia entre este libro y otros es que aquí su protagonista no tiene ningún tipo de necesidad económica y puede decidir con más libertad lo que quiere hacer con su vida. El señor Knightley es el contrapunto de Emma y otro personaje que me ha gustado bastante: inteligente, sensato, carismático y comprensivo, es un buen amigo para Emma, pues le para los pies cuando esta se sale de madre. Aunque pueda parecer algo taciturno, a lo largo de la novela veremos un par de gestos por su parte realmente encantadores, que hacen que lo idealicemos como un tipo genial, un auténtico caballero. Junto a estos dos personajes hay una pléyade de secundarios entre los que sobresalen por su comicidad al vicario Elton y a la señorita Bates y, por su dramatismo a Harriet Smith, Jane Fairfax y Frank Churchill (un hombre realmente detestable, para mi gusto más aún que Elton): considero que estos tres personajes, por distintas cuestiones, sacarán lo peor de Emma, haciendo que veamos el lado menos amable de una muchacha a la que ejercer de casamentera se le va completamente de las manos.


Emma es un libro muy agradable de leer: su vocabulario es diáfano y no tendremos demasiados problemas para acercarnos al periodo de la Regencia en el que se desarrolla, menos aún si encontramos una versión anotada que nos explique algunos términos o costumbres que se nos puedan pasar por alto. El nivel de comedia en este libro es mucho mayor que en otras obras de Austen: el retrato de algunos personajes es hilarante, y sirve para relajar una trama que, en ocasiones se puede volver demasiado intensa.  De hecho, he de decir que la parte del libro que menos me ha gustado es cuando precisamente la historia se pone más seria: a mitad de la novela nos encontraremos con un enredo que involucra a Jane Fairfax, Frank Churchill y la propia Emma que me ha resultado algo confuso y bastante cargante, impidiéndome disfrutar plenamente de esos pasajes del libro... Afortunadamente el buen ritmo que teníamos al principio se recupera al final, cuando la historia encuentra una conclusión lo suficientemente sólida como para perdonarle a Jane Austen que el resto de tramas paralelas fueran víctimas de un cierre precipitado, en el que claramente hacía falta algo más de elaboración.


Disfruté mucho volviendo al regazo de Jane Austen gracias a Emma, una novela con dos protagonistas carismáticos y un argumento curioso y muy agradable de leer: uno no se suele encontrar con heroínas tan independientes, cabezotas y de personalidad tan arrolladora como Emma en la literatura inglesa del principios del siglo XIX... Quizás para los lectores más entusiastas de la autora falta un protagonismo más decidido de una historia de amor, pero a mí me ha encantado observar la relación de amistad entre Emma y el señor Knightley, que se tratan como iguales, riéndose juntos, discutiendo y hablando de todo un poco como dos buenos amigos que se quieren, se respetan y por eso no dudan en decirse la verdad a la cara (aunque a veces él peque de paternalismo y ella de niña mimada). En definitiva, no puedo dejar de recomendar Emma a todos los que quieran leer un buen clásico donde las relaciones personales se afrontan desde un punto de vista diferente: encontraremos humor, romance y un incisivo análisis social que convierten la lectura de este libro en un placer: la frescura de la obra de Austen doscientos años después sigue siendo incuestionable.

Emma Woodhouse, bella, inteligente y rica, con una familia acomodada y un buen carácter, parecía reunir en su persona los mejores dones de la existencia; y había vivido cerca de veintiún años sin que casi nada la afligiera o la enojase.

*Las imágenes de esta entrada pertenecen a la serie de la BBC Emma, basada en el libro de Jane Austen; para mí es la mejor adaptación de la novela que he visto hasta el momento, ¡y he visto bastantes a raíz del bicentenario! Absolutamente recomendable:¡si no te apetece leer el libro, no te pierdas la serie! :) 


Vinieron para quedarse... (XXVII).

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Hola a tod@s!

¡Que se nos va el año, que se nos va! Queda nada y menos para finiquitar este 2015 y a mí se me ha pasado volando: ¡pensar que dentro de poco más de diez días estaremos comiendo uvas me parece increíble! Mientras asumo la realidad e intento poner mi mente en "modo navideño on", les enseño los libros que vinieron para quedarse en casa en el pasado mes de noviembre, que con el acelerón temporal del final de año, me da la sensación que lo viví hace siglo y medio...¡comencemos!


No sé si será que en noviembre es mi cumpleaños y la sensación de envejecer es más latente que en otros momentos, pero comencé el mes con ganas de ser y/o sentirme más moderna que nunca. Y claro, en cuanto a moderneces nadie le gana a Raquel Córcoles, aka Moderna de Pueblo, una divertida ilustradora cuyo Cooltureta me hizo reír mucho y a la que deseaba seguir leyendo. En un ataque impulsivo decidí tirar la casa de la ventana y hacerme con su primer libro, Soy de pueblo (con cuyo título me identifico plenamente) y con su más conocido Los capullos no regalan flores, la obra que la lanzó al estrellato. Ambas historias me parecieron muy graciosas aunque la segunda me pareció más consistente y redonda que la primera; en cualquier caso son dos libros ligeritos y con mucho cachondeo, capaces de sacar sonrisas incluso en el día más gris.


En mi maravilloso viaje rumbo a las Tierras Altas (madre mía, ¡hace un mes ya! ¿dónde está la máquina para volver al pasado? snif!) conocí una librería fascinante, donde me quedaría a vivir si fuera menester: no había oído hablar de Waterstones en mi vida y quizás por eso flipé en colorines ante la visión de tanto prodigio junto... Entiéndanme, vivo en una isla donde no existen las macrolibrerías  y, aunque me encantan las librerías pequeñitas de trato directo, para mí fue inevitable alucinar ante tal montaña de libros, juegos de mesa, artículos de papelería y tartas de sabores juntas y dispuestas de una manera muy parecida a la que yo me imagino el Paraíso... Inevitablemente tuve que hacerme con una montaña de cosas que luego, en un ataque de cordura fui dejando ante el temor de arruinarme, aunque he de decir que los precios eran bastantes razonables. Finalmente me traje de recuerdo dos libros de colorear, afición a la que me estoy enganchando sin remedio: por un lado pillé el  A Game of Thrones Colouring Book, que desde que lo vi sabía que tenía que ser mío (ya ando pintando huevos de dragón como si no hubiera mañana), y por otra parte, decidí sumergirme en Lost Ocean el nuevo libro de mi autora favorita de este peculiar género ¿literario?, Johanna Basford: los dibujos de este cuaderno son preciosísimos y me parece un buen regalo a tener en cuenta para estas Navidades, ya que enamora a primera vista.


No pensaba comprar más libros en noviembre, ya que con los anteriores me quedaba más que satisfecha, pero se celebró en mi ciudad la Noche en Blanco, con miles de ofertas en un montón de tiendas y mi espíritu consumista me empujó a comprar algún libro, el que fuera, con el fin de integrarme en la fiesta. Fue así como llegaron a mis manos estos dos libros, La carta y El polígamo solitario: sinceramente no me sonaban de nada pero la portada del primero, la sinopsis del segundo y el precio casi regalado de ambos me convencieron lo suficiente como para llevármelos a casa; si alguien sabe algo de alguno de ellos agradeceré cualquier valoración al respecto.


Por último, he de decir que el pasado mes me vine arriba con la compra de ebooks: normalmente no compro este tipo de libros porque no tengo lector compatible con el formato de Amazon, pero en los últimos tiempos he de enfrentarme a continuas esperas y siempre me viene bien tener algo que leer en el móvil. Esto, unido a unas interesantes ofertas de Kindle Flash hicieron que me decidiera a comprar Las luminarias, un libro que no ha dejado de rondarme desde que se publicó y con el que ahora tengo menos excusas para animarme y El marciano, el best - seller del que todo el mundo habla y que tengo ganas de conocer. También me hice con La librería a la vuelta de la esquina, una antología de relatos de varios queridos escritores y blogueros que me duró un suspiro gracias a una temática de lo más atractiva para cualquier lector y un abanico de historias variadas con personalidades muy diferentes entre sí.

Pues, nada más: ¡esto es todo! ¿Has leído alguno de estos libros?¿Te gustaría hacerte con alguno? ¿Tienes pensado regalar o pedir algún título en concreto para estas Navidades? Abrazos! ;)

La Marimorena.

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Hola a tod@s!

¡Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad! No sé exactamente por qué esta época del año hace que nos pongamos tiernicos y en modo nostálgico on; quizás sea la proximidad del fin de año o el espíritu de Saturnalia que nos invade, pero parece que todos tenemos necesidad de decir algo, de comunicar nuestro amor por los demás, de agradecer.

Yo no iba a ser menos, pero llevo horas dándole vueltas a qué decir sin que suene a tópico manido, a discursito para quedar bien, y las palabras no me salen. Sé que estas fiestas no son vividas de igual manera por todo el mundo, que para algunos son fechas duras, para otros simples días en el calendario que hay que pasar como buenamente se pueda y, para muchos otros, la alegría personificada, la mejor época del año. 

Sea cual sea tu caso, querido lector, quiero desearte desde el lado frío de mi almohada la máxima felicidad posible, y quiero que este deseo se extienda más allá de los días en los que estamos y te acompañe todo el año: ¡Felices Fiestas, Feliz Año, Feliz Vida! Todo mi cariño para aquellos que se dejan caer por aquí asiduamente o por error: ¡te agradezco los momentos que me has dedicado y te deseo, de todo corazón, que la dicha te acompañe hoy y siempre!



PD: los duendecillos ericiles del blog han tomado el mando y han querido hacerles un regalo recomendando algunos de los libros que forman parte de su ADN: ¡aquí van sus buenos deseos en forma de bocaditos literarios! :)


















La librería a la vuelta de la esquina.

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¿Existe lugar más acogedor que una librería? Seguramente sí, pero no para un lector enamorado hasta las trancas de los libros. Las librerías (al igual que las bibliotecas) tienen un aura especial que las convierten casi en un emplazamiento mítico, el refugio ideal de los soñadores. Ya desde que traspasamos el umbral nos acoge un olor sutil e inconfundible a tinta que nos rodea y nos abraza... El tapizado de sus paredes, con libros del suelo al techo es la decoración ideal que todos soñamos y nunca fueron tan bellas las mesas como cuando se convirtieron en escaparate, prestándose a mostrar todas esas novelas nuevas de portadas tentadoras... Vamos, yo lo tengo claro: las librerías son los lugares más encantadores que uno puede encontrar. Por eso no pierdo oportunidad de visitarlas siempre que puedo, tanto física como literariamente: si además se da la ocasión de visitar varias del tirón, pues mejor que mejor. Hace poco me fui de paseo por un buen puñado de estos fascinantes espacios gracias a la invitación de Mónica - Serendipia, que me invitó a conocer La librería a la vuelta de la esquina, un rincón especial formado por las visiones que varios autores tienen sobre estos maravillosos emplazamientos... Yo, que soy fácil de convencer, no pude resistirme a la tentación de cotillear en tan sugerentes estanterías y aquí les traigo el resultado de dicha visita extraordinaria.


La librería a la vuelta de la esquina es una selección de once relatos que tienen en común ese templo de lectores que es toda tienda de libros. Estas se erigen como protagonistas de las distintas tramas, que van desde la fantasía al misterio, pasando por por el género romántico, el policíaco o el humorístico (entre otros). Cada relato tiene un alma especial que lo hace único frente a los demás, por lo que, a pesar de estar sustentados en una premisa común, el lector se encontrará con historias diferentes y bien caracterizadas que muestran lo mejor de la pluma de sus autores: todos ellos dotan de gran personalidad a sus creaciones y nos trasmiten sin dudar el amor a los libros y la literatura que sirve como trasfondo de una idea tan maravillosa como es la creación de esta librería de papel en la que cualquier bibliófilo se sentirá acogido y a gusto desde el primer instante.


Como en toda selección de relatos, el lector podrá sentir más predilección por unos que por otros: en mi caso, sin querer desmerecer a los demás, hay algunos que me hicieron disfrutar especialmente, como La típica librería, de Belén Barroso, que me hizo soltar alguna que otra carcajada, La maleta, de Alejandro Gamero, con el que reviví de otra forma mi reciente lectura de París era una fiesta,La desaparición del librero de la Luna, de Ana González Duque, que me trasladó a una librería cuya magia era contagiosa o El té de los viernes en Moonlight Books, de Mónica Gutiérrez que, como siempre, supo atraparme en sus encantadoras redes y embaucarme en una historia de esas que se disfrutan no sólo con la imaginación, sino también con los sentidos. Pero, si tengo que quedarme con un solo relato elijo El colmado de papel, de Javier de los Ríos: ¡vaya historia tan chula! Me sedujo desde el principio y la disfruté muchísimo, tanto que no me importaría ver la idea desarrollada en una novela más larga... El argumento, aunque muy bien construido y concluido, ¡dejaba ganas de más! Así que seguiré la pista de su autor, al que no conocía de nada y que me dejó con muy buenas sensaciones.


La librería a la vuelta de la esquina es, por si no lo he dejado claro, una estupenda selección de historias para todos los gustos que encantará a todos aquellos enamorados de la metaliteratura: encontrarán relatos para cualquier momento, preferencia y estado de ánimo que les harán desear cumplir el sueño velado de muchos bibliófilos, que es abrirse su propia librería coqueta y estar en contacto diario con las historias, las montañas de papel, los clientes bizarros, la magia de las letras... En definitiva, no dejen de visitar La librería a la vuelta de la esquina si quieren pasar un rato muy agradable entre libros y alrededores: la única contraindicación que le encuentro es que, a la mínima ocasión,  desearás salir corriendo hacia la librería más cercana...

- De todas las librerías del mundo, ha tenido usted que entrar en la mía - murmuró con su perenne ceño fruncido -. Un viernes -  remató rencoroso.


Quince libros inolvidables que me regaló 2015.

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¡Habemus Año Nuevo!

Y se presenta como un bebé sonriente y rechoncho, con los ojos chispeantes de ilusión ante lo que está por venir...

Pero antes de dedicarle toda nuestra atención al nuevo, habrá que hacerle un poco de caso al abuelete que ocupó nuestros últimos 365 días: 2015 fue un año bueno en todos los sentidos,¡y no lo iba a ser menos en cuanto a literatura!

A pesar de que me quedo un año más sin encontrar una obra que merezca subir a mis altares, he tenido la suerte de que casi todo lo que he elegido para leer ha sido bueno, por lo que no me quejo en absoluto: el  no encontrar un nuevo favorito es culpa innegable de mi "tiquismiquismo" y no de la falta de libros magníficos sembrados en el camino...  Para muestra, un botón:¡aquí les enseño los 15 libros que en 2015 más me acercaron al nirvana bibliófilo!


Empecé el año encontrándome con una nieta y lo acabé abrazando a una madre: no pude tener mejor inicio y colofón de 2015, pues ambos libros derritieron mi puntiagudo corazón. Tuve tiempo para meterme en varios jardines, uno normal, pequeñito y aparentemente anodino, y otro más filosófico, formado por recuerdos y experiencias que dejan cicatriz: en ambos encontré una frondosidad inesperada, que me envolvió para no soltarme. La vida, misteriosa y sugerente, se negó a darme tregua, y  me guió por lecturas diversas, donde tropecé con gente de todo tipo y me relacioné con personas desconocidas hasta el momento, algunas  con nombre de mujer (sin duda ellas fueron las más interesantes). Y ahora estoy aquí, sentada y muriendo de amor  por las letras mientras recuerdo todos los días de felicidad generados por unas historias imborrables, unas más ácidas, otras más dulces, que me hacen desear tener siete vidas felinas, con tal de encontrarme con nuevos mundos que agarroten todos mis miembros y hagan latir con más fuerza mi corazón...

¡Así se resume mi año literario!¿Qué les parece?¿Han leído alguna de estas obras? Les deseo un felicísimo 2016 y que todos sus sueños se cumplan, tanto dentro como fuera del papel, ¡un abrazo!

*Para los despistados que no supieron descifrar mi particular galimatías, aquí va mi lista oficial de mejores lecturas del año, siguiendo el orden cronológico en el que cada una de ellas apareció en mi vida:

  1. La nieta del señor Linh, de Philippe Claudel.
  2. El jardín de la memoria, de Lea Vélez.
  3. Carta de una desconocida, de Stefan Zweig.
  4. Disjecta membra, de Alberto Hontoria Maceín.
  5. jardín, de Pablo Simonetti.
  6. La vida de las paredes, de Sara Morante.
  7. Ácido sulfúrico, de Amélie Nothomb
  8. Charlotte, de David Foenkinos.
  9. Gente que viene y bah, de Laura Norton.
  10. Blacksad, de Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido.
  11. Cien días de felicidad, de Fausto Brizzi.
  12. Emma, de Jane Austen.
  13. Diatriba de amor contra un hombre sentado, de Gabriel García Márquez.
  14. La tregua, de Mario Benedetti.
  15. Una madre, de Alejandro Palomas.

El signo de los cuatro.

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Llego un poco tarde a mi fiesta, pero llego, al fin y al cabo.

¿Qué puede decir una después de tanto tiempo?

Pues no sé, lo típico: que no esperaba aguantar tanto por aquí, que es increíble que tanta gente haya llegado a este rinconcito, que ojalá me hubiese decidido antes...

Pero más allá de los clichés del género, todos ciertos en mi caso, lo que me gustaría expresar es mi gratitud hacia todas las personas que se han paseado por El lado frío de mi almohada queriendo o sin querer: sin vuestra presencia seguramente estos últimos cuatro años se hubieran quedado en cuatro días y mis ganas de seguir compartiendo mi visión sobre los libros que leo se habrían diluido como lágrimas en la lluvia...

Gracias a todos los que fueron. Gracias a todos los que son. Gracias a los que serán (si les apetece). ¡Cuatro años no son nada en tan buena compañía!

2015 en el retrovisor.

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Hola a tod@s!

Ya sé que llevo un retraso considerable en la publicación de mis entradas y que la nueva temporada del blog no acaba de arrancar:¡prometo que a partir de la semana que viene entro en vereda! Pero no puedo volver a la rutina sin antes echar un vistacillo a lo que dio de sí 2015 en cuanto a retos: me apunté a poquitos pero, a pesar de ello y por primera vez en mis cuatro años blogosféricos, fracasé. Sin embargo, no me siento triste, culpable o derrotada: 2015 fue un buen año lector que me permitió acercarme a historias muy interesantes, lo que quizás vino favorecido por cierta anarquía y flexibilidad a la hora de elegir títulos... Pero, ¡veamos con detenimiento cómo fue la cosa!

Goodreads Reading Challenge:

Oficialmente no puedo decir que este fuera un "reto, reto": utilizo Goodreads para  ir anotando los libros que voy leyendo durante el año y dejar constancia de mis impresiones, pero no me planteo tener que llegar obligatoriamente a una cifra de lecturas... Sin embargo puse en la barrita que me iba a leer 50 libros y lo conseguí, así que me doy con un canto en los dientes. No puedo quejarme de mi cantidad de lecturas y menos siendo una tortuga lectora como es mi caso, pero es cierto que este año he disminuido considerablemente el número de páginas leídas con respecto a ocasiones anteriores: ¡espero compensarlo en 2016 leyendo un par de libros bien gordos!


Reto Serendipia Recomienda:


Lamentablemente el reto de Serendipia fue uno de los  que no superé: a pesar de que me había hecho con muchas buenas recomendaciones por parte de los demás participantes y que varios de los libros propuestos incluso acampaban en mi estantería, mi sempiterna distracción hizo que sólo me adentrara en Las mil y una historias de A. J. Fikry, sugerido por Laky, que además leí en el seno de una lectura simultánea hecha en inglés. Era un reto fácil de superar y con bastante libertad de elección, pero posponerlo indefinidamente hizo que llegara el final de año sin tiempo para cumplirlo...

Reto Tres Libros Ilustrados:



Cartafol volvió a proponer un desafío al que no me pude resistir, y es que ¡me encantan los libros ilustrados! Este reto tampoco era difícil de cumplir y, en este caso, lo superé con creces; ¡he leído más libros de este tipo que nunca! Aunque todavía no están todas sus reseñas, les dejo un listado con los títulos que cayeron en 2015 (muchos de ellos están entre mis mejores lecturas del año):

  1.  Ondina.
  2.  Todo lo que nunca te dije lo guardo aquí.
  3.  Las cosas que guardo.
  4.  Problemas del Primer Mundo.
  5.  Cosas que nunca olvidarás de tu Erasmus.
  6.  La vida de las paredes. 
  7.  Shenzhen.
  8.  Blacksad.
  9.  El atentado.
  10.  Soy de pueblo.
  11.  Los capullos no regalan flores.
  12.  El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
II Reto de Novela Histórica:



Francisco nos proponía por segundo año consecutivo una iniciativa para animarnos a leer más novela histórica. Animada por haber superado el desafío el año anterior y por lo mucho que me gusta el género, decidí apuntarme también en esta ocasión... Pero fracasé estrepitosamente: sólo leí tres novelas puramente históricas (El príncipe de los piratas,Garoé y Charlotte) y no me esforcé demasiado por hacerle más caso al género: se ve que el año pasado el cuerpo me pedía historias más contemporáneas...

#Tarrolibros 2015:


En realidad esto no es un reto, sino más bien una "iniciativa de ahorro": no había ningún objetivo concreto más allá de meter en un bote una moneda por cada libro leído, para al final de año llevarnos una alegría en forma de dinerillo para gastar impúdicamente en libros. Mi colecta ascendió a 72 €, básicamente porque iba metiendo en el tarro la moneda más alta que tuviera a mano: aún no he ido a la librería a por mi botín, pero espero hacerlo dentro de poco: ¡estoy entusiasmada!

Bicentenario de Emma, de Jane Austen:


A este reto llegué por los pelos y gracias a la generosidad de Carmen: a pesar de haberme leído Emma, la reseña no salió en la fecha acordada, pero gracias al "tiempo de descuento" pude marcarme el tanto. Encima de disfrutar de una buena lectura, Carmen nos sorprendió a todos los participantes con unos bonitos detalles que nos dejaron con la boca abierta y harán que nunca nos olvidemos de este cumpleaños literario tan especial.

Y PARA 2016...

He decidido que este año voy a ser libre y eso supone pasar de retos: entre que no tengo demasiado tiempo libre y que me siento más a gusto con mi errático proceder, voy a dejar los desafíos para otro momento, ¡y mira que hay algunos que me tientan muchísimo! Por supuesto seguiré dejando constancia de mis lecturas en Goodreads, pero sin ninguna pretensión: de hecho, empecé el año poniendo ya por inercia que leería 50 libros pero, luego de pensármelo mejor bajé el tope a 40 y santas pascuas: me alejo así de una cifra mítica que he mantenido mucho tiempo, pero me quedo en paz con esa lectorcilla competitiva que llevo dentro  y a la que en el fondo no le gusta quedarse a las puertas de un objetivo...

También me sumo al Tarrolibros 2016, pues no considero a esta iniciativa como un reto, sino más bien como una excusa para compartir ilusión y lecturas con otras personas que se han empeñado en "ahorrar" de la manera menos ortodoxa: me gusta cotillear otros tarros y otras estanterías y quiero seguir haciéndolo este año, así que ¡Tarrolibro, allá voy!


Y por último, en contradicción con lo que he dicho anteriormente y como excepción que confirma la regla, me voy a unir al reto de Serendipia Recomienda 2016 porque me quedó mucha pena de no hacerle demasiado caso el año pasado: siempre reivindico la importancia de las recomendaciones entre lectores y pasar de una ocasión como esta de conocer nuevas historias me parece pecado. Así que me doy una segunda oportunidad con este reto: me encantaría cumplirlo y sacarme la espinita, pero si al final no puede ser, no pasa nada, ¡seguro que habrá sido porque otras grandes novelas se atravesaron en el camino!


Como para participar en este reto hay que hacer a su vez tres recomendaciones, voy a dejar aquí las mías:

1.La vida de las paredes, de Sara Morante: una preciosa novela ilustrada que sorprende por forma y fondo.
2. El lado bueno de las cosas, de Matthew Quick: un libro tierno, divertido y lleno de frescura que nos mantiene la sonrisa dibujada durante toda su lectura.
3. El azul es un color cálido, de Julie Maroh: una bellísima y desgarradora novela gráfica que convencerá incluso a aquellos más reticentes a darle una oportunidad al género.

Pues nada más, ¡esto es todo, amig@s! ¿Qué tal fueron sus retos de 2015? ¿Han decidido participar en alguno para este año?¿Creen que apuntarse a  muchos desafíos literarios coarta subjetivamente nuestra libertad para elegir lo que queremos leer? Abrazos! ;)

Cien días de felicidad.

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Razón número 52347 por la que comprar/leer un libro: en la portada sale un donut. Sí amigos,  para mí ese fue un motivo tan bueno como cualquier otro para hacerme con Cien días de felicidad, de Fausto Brizzi, novela cuyo argumento desconocía por completo: “si sale un delicioso donut en la portada enmarcado en una letra cuqui que apela al buen rollo – pensé – tiene que ser un libro ligero, divertido, de esos que te hacen pasar un buen rato…”. Craso error: aunque el libro es bastante ingenioso, probablemente sea la historia con la que peor lo he pasado últimamente. Y no por culpa de que esté mal escrita o de que sus personajes estén mal perfilados, no: la culpa la tiene el tema de fondo elegido para desarrollar la trama, que no es otro que el cáncer terminal que sufre su carismático protagonista que ha hecho que me pasara los pocos días que me duró el libro entre las manos entre la risa y el llanto. El hecho de haber leído esta historia en lugares públicos no me ayudaba precisamente a mantener la compostura: estoy convencida que todo aquel que me veía pensaba que estaba sufriendo algún arrebato bipolar, dado el subibaja de emociones; ¡ni una caja entera de rosquillas glaseadas serviría para aliviar tal marejada de sentimientos!



Lucio es un cuarentón en plena crisis de la mediana edad: a pesar de que iba para jugador de waterpolo profesional, su única relación actual con el deporte es entrenar a un equipo de adolescentes patosos que no dan "mano con bola". Trabaja en un gimnasio cutre en el que entierra todas sus insatisfacciones, queda de vez en cuando con sus dos amigos de la infancia para hablar básicamente de mujeres y fútbol y contempla cómo su matrimonio está estancado después de 12 años de relación: su mujer, Paola, está más preocupada por equilibrar su trabajo como profesora y su faceta como madre que por revivir la llama de la pasión, y Lucio se frustra ante su rutinaria vida familiar… Nuestro protagonista atraviesa la que parece ser una etapa más de la madurez hasta que sucede algo imprevisto: el dolorcillo que ha soportado  durante el último año no es otra cosa que un cáncer de hígado y, al haber sido detectado tan tarde ya se ha extendido a los pulmones. Las previsiones más optimistas le dan apenas unos meses de vida “de verdad” antes de que la enfermedad lo postre definitivamente en una cama y muera. Ante esta expectativa, Lucio decide vivir los que él cree que serán los últimos 100 días de su vida plenamente, haciendo lo que siempre ha querido hacer e intentando arreglar las cosas que ha hecho mal antes de irse para siempre: Lucio tendrá que aprovechar este tiempo para dejar un buen recuerdo en sus hijos, despedirse debidamente de sus amigos y hacer que Paola vuelva a enamorarse de él.



Lucio es un antihéroe en toda regla: desde un principio se gana nuestra simpatía al contar la historia desde su punto de vista, aunque poco a poco vamos viendo que no es un hombre perfecto: tiene una visión de la vida bastante particular, miente, mete la pata, es algo marisabidillo para algunas cosas pero para otras bastante simple… Vamos, que el autor no ha escondido sus defectos para que lo veamos como un santo varón que va a morir, sino que nos lo muestra como un tío normal (aunque algo cabroncete) que se enfrenta, con una vitalidad que no se sabe de dónde saca, a los últimos días de su vida. 

Me ha gustado mucho que Brizzi haya construido a sus personajes remarcando también sus defectos: Paola, la esposa de Fausto, es una mujer buena pero orgullosa, cuyo carácter quizás nos parezca duro en ciertos momentos dada la situación de su marido, pero que, conociendo los antecedentes, comprenderemos perfectamente. Oscar, su suegro, es un pastelero bonachón que nos sorprenderá con algunos de sus pensamientos sobre el matrimonio, radicalmente diferentes a lo que podríamos pensar dado su papel como padre de Paola. Umberto y Corrado, los otros dos mosqueteros amigos de Lucio destacan, el primero por su formalidad, el segundo por su caradura: juntos los tres son como niños grandes dispuestos a hacer una gamberrada tras otra. Massimiliano, el hombre que ha abierto una tienda en la que vende conversaciones, Gianandrea, un deprimido cliente habitual con un pasado oscuro o Roberto, el librero autor de ediciones únicas y exclusivas son otros personajes secundarios que dan color con sus charlas y pensamientos a los últimos días de Lucio. Eso sin contar a Lorenzo y Eva, los hijos del protagonista, dos niños con unas personalidades muy marcadas para tener solo nueve y seis años a los que Lucio adora por encima de todas las cosas y a los que se entregará plenamente haciéndoles el caso que quizás antes nunca les hizo, con el fin de que guarden el mejor recuerdo posible de un padre que los dejará demasiado pronto.



A pesar de que la muerte y la enfermedad planean sobre la novela, este no es un libro triste que se regodee en lo escabroso, sino una historia optimista: el “amigo Fritz” (que es como Lucio llama a su tumor) está presente, pero no se convierte en el elemento central de la historia. Lucio ha decidido tomar las riendas de su vida y disfrutar todo lo que pueda antes de que el cáncer le impida hacerlo, por lo que no vamos a ver demasiados hospitales, tratamientos y efectos secundarios: estarán allí, pero no son la estrella del espectáculo, sólo un incómodo artista invitado, la excusa que le sirve a Lucio para valorar lo que realmente importa.

Nuestro protagonista empezará a escribir una especie de diario en el que veremos su cuenta atrás: ha decidido que tiene 100 días antes de morir y nos va contando cada jornada en capítulos cortos, iniciando cada uno de ellos por el número de días que le quedan. Lo interesante es que no todos los días son inolvidables: Lucio es un tío normal y tampoco es que vaya a convertir su vida en un parque de atracciones: hay días maravillosos y otros aburridos, como es de esperar. A medida que nos vamos acercando al final nos podemos ir agobiando al ver que sólo le quedan un par de días de vida… Pero Lucio intentará hacer de todos ellos algo especial, dejándonos un sabor de boca agradable.

Fausto Brizzi utiliza un estilo sencillo y directo y un lenguaje coloquial: eso contribuye, junto a la caracterización de los personajes, a que nos sintamos más cercanos a Lucio, a pesar de los errores que pueda cometer o las cosas que haga con las que no estemos de acuerdo. El autor intenta equilibrar la comedia y el drama y creo que lo consigue: el libro se lee con agilidad y nos saca más de una sonrisa, el drama crece a medida que conocemos a Lucio, nos encariñamos con él y vemos que no hay nada que lo pueda salvar. Como curiosidad tengo que decir que es un libro “interactivo”: en varias ocasiones Lucio nos pide  que escribamos en nuestro ejemplar algunas cosas, como que aquello que amamos y odiamos o qué haríamos si nos quedaran cien días de vida: aunque no me gusta escribir sobre los libros acabé sucumbiendo ante la petición de nuestro héroe, puesto que no se le puede negar nada a un moribundo, ¿no?



Cien días de felicidad es un libro que no puedo recomendar alegremente, no porque no me haya gustado (fue una de mis mejores lecturas de 2015), sino porque tiene la capacidad de poder reabrir heridas no demasiado bien cicatrizadas: personalmente, y aunque he sufrido de cerca esta enfermedad, no me he sentido ofendida y me ha parecido un libro en cierta manera sanador, pero he leído opiniones que tachan la aventura final de Lucio como irrespetuosa y falta de tacto, por lo que entiendo que a muchas personas les puede doler leer algo así. A pesar de mantener un tono benévolo, optimista, hasta cierto punto esperanzador,  si te pilla en un momento sensible (como me ha pasado a mí), puede convertirse en un activador automático del llanto: tendrían que haberme visto intentando avanzar en la historia al tiempo que la apartaba a un lado para coger aire y seguir… Repito, no es un libro morboso ni nada por el estilo, pero Lucio sabe ganarse el corazón de su audiencia y muchas de las cosas que va haciendo para despedirse de este mundo son tan emotivas que habría que tener un corazón de piedra para no regalar una lagrimita aunque sea de refilón…

 En definitiva, Cien días de felicidad no es una obra maestra, pero es un libro optimista y muy bonito que precisamente emociona por su humanidad y por la cercanía que desprenden sus protagonistas. La historia de Lucio es universal y cualquiera puede vivir algo similar a lo suyo, lo interesante es su manera de afrontarlo e intentar hacer algo significativo antes de irse, aunque quizás su “modus operandi” no sea el más exitoso para conseguir su objetivo. Si tienes alergia a las historias cuyo final sabes de antemano, huye de aquí, pero si te apetece un libro amable  que te ayude a limpiar el aura, Cien días de felicidad es una opción más que recomendable.

¿Sabéis? A vuestra edad tenía muchos sueños. Debo confesaros que no he cumplido ninguno, pero nunca he dejado de tener la esperanza de hacerlo. Recordad siempre que nuestra única riqueza son los sueños que tenemos desde niños. Son la gasolina de la vida, la única fuerza que nos empuja a seguir adelante cuando las cosas se ponen feas. Alcanzar los sueños del niño que lleváis dentro tiene que ser vuestro único objetivo. No os olvidéis nunca que os convertiréis en adultos sólo en el aspecto, pero ese hombrecillo todavía vivirá dentro de vosotros.

Shenzhen.

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Entre mis muchas debilidades literarias destacan los libros de viaje: eso de acompañar a un protagonista en su periplo por el mundo es algo que me llena de satisfacción. Supongo que tener un alma aventurera y un presupuesto inexistente hace que cualquier libro que me muestre lugares lejanos desde la perspectiva del extranjero que comienza a descubrirlo me atrape sin remedio, aunque al final no acabe resultando tan estimulante como sin duda lo haría la experiencia real. Uno de mis autores favoritos en este “género” es Guy Delisle, un historietista canadiense con el que he tenido la oportunidad de conocer Birmania, Jerusalén o Pyongyang: desde luego no son los sitios más glamurosos del mundo, pero de todos ellos he aprendido algo gracias a este autor. Me faltaba tan sólo conocer China de su mano, cosa que pude hacer gracias a la lectura de Shenzhen, su primera novela gráfica basada en uno de sus viajes; aprovechando un bache lector que me produjo enormes ganas de evadirme, me hice con mi billete para viajar y conocer un poco más de cerca cómo es vivir en el corazón del Gigante Asiático.


Shenzhen es una narración autobiográfica en la que el autor nos cuenta su experiencia a lo largo de tres meses en una de las ciudades más industrializadas de China, Shenzhen: Delisle tuvo que trasladarse a ese lugar para supervisar una serie de animación canadiense cuya producción se realizaba allí para abaratar costes. Nada más llegar se da cuenta de que su estancia no va a ser fácil: a la barrera del idioma se le une el choque frontal que le producen muchos aspectos de la cultura china y la soledad a la que se verá abocado al ser uno de los pocos extranjeros del lugar y encontrarse prácticamente aislado del mundo.


Nuestro protagonista, el propio Delisle, era en 1997 (año en el que realizó este viaje) un joven dibujante y animador al que le habían encargado supervisar todo el proceso de creación de una exitosa serie de dibujos animados en China: marchó al país asiático para sustituir a un compañero que, tras ocho meses viviendo allí estaba al borde de la desesperación. Mientras acompañamos a Guy en su estancia, nos damos cuenta de por qué su compañero pudo agobiarse tanto y por qué él mismo empieza a caer en un pozo de amargura: aunque intenta pasar su estancia con el mejor humor que puede, Shenzhen es una ciudad muy difícil de sobrellevar. Prácticamente nadie en la ciudad habla otro idioma que no sea el chino, por lo que no puede comunicarse con otras personas y muchas veces tiene que recurrir a fotos y dibujos para hacerse entender. Tampoco es que la gente con la que se relaciona se preocupe por ponérselo fácil: sus compañeros de trabajo no le hacen caso, en el hotel en el que habita no le ofrecen demasiada ayuda y salir de esa ciudad para ir a algún sitio más frecuentado por extranjeros es casi una misión imposible. A pesar del carácter optimista de Guy, es inevitable que la situación le acabe deprimiendo y que ese sentimiento lo transmita a sus viñetas, que se tornan cada vez más grises y oscuras, en consonancia con su estado de ánimo.


Delisle puso en Shenzhen las bases del estilo que le caracterizaría en obras posteriores: un occidental inmerso en una cultura que le es completamente ajena narra, entre la sorpresa, el desconcierto y la reflexión las cosas que vive y siente en primera persona. Se nota que esta es uno de sus primeros trabajos porque se aprecia cierta tosquedad, tanto en las viñetas como en la narración: el dibujo de Shenzhen es oscuro, apelmazado, un tanto basto, mientras que en los cómics posteriores sus líneas son más claras y expresivas. Asímismo, en cuanto al texto, Shenzhen parece también una obra más “lúgubre”: aunque el autor nos cuenta algunas anécdotas simpáticas de su estancia, marcadas sobre todo por los malos entendidos, la sensación general que me transmitió el libro fue pesimismo: los tres meses de Delisle en China se le hicieron eternos, lo pasó fatal, no logró adaptarse y no creo que quiera volver a vivir algo similar, cosa que difiere de sus otras novelas, donde el autor recurre más al humor para pasar los malos tragos y también al análisis “de andar por casa” de la situación política del sitio que visita, lo que le ayuda a tomar cierta perspectiva. Desde luego, Shenzhen no se nos presenta como una ciudad que apetezca visitar, sino como una urbe desalmada, masificada y superpoblada en la que sus habitantes son más bien zombies y desconfían de cualquier cosa de fuera: supongo que desde 1997 a la actualidad la cosa habrá cambiado, pero igualmente no parece un sitio muy atractivo para aquellos que le busquen un sentido más “romántico” a salir de viaje.
Me ha gustado leer Shenzhen aunque no haya sido un libro de viajes al uso: es cierto que el autor se acaba centrando en las cosas malas y al final el tema del libro no es el viaje en sí, sino la soledad y el aislamiento de una persona en una comunidad en la que se sabe extraño,pero me ha parecido una manera interesante de acercarme un poco más a la sociedad china, esa que no tiene que ver con sus fiestas y costumbres más pintorescas, sino con su día a día. No es el libro de Delisle que más me ha gustado: al leer este después de haber conocido sus obras posteriores se nota un dibujo más tosco y un peor manejo de la narración, pero aún así es una historia diferente y muy entretenida que vale la pena leer. Creo queShenzhen gustará a quienes disfruten de los cómics, de los viajes insospechados y de las historias reales en primera persona: si logras conectar con las circunstancias de Guy en China, acabarás queriendo  hacerle un poco de compañía.

Uno aprende muchas cosas cuando viaja. Cuando pienso que tras esto he de regresar a Shenzhen, me deprimo. Y pensar que todos los chinos sueñan con ir a Shenzhen. Se supone que el ambiente debería ir mejorando al acercarnos al paraíso. Según Dante. Tan sólo espero que en el limbo se beba algo más que café soluble.

Para acabar con Eddy Bellegueule.

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No es normal vivir con miedo, y menos si aún no tienes edad para comprender cuáles son las razones que te convierten en objetivo favorito para la tortura.

No es normal asumir que tu rutina ha de ser esconderte, huir, desaparecer, hacerte invisible, porque no sabes de donde vendrá el próximo puñetazo, el insulto más feroz, la patada más violenta.

No es normal querer jugar con los demás, tener amigos, ser feliz como esos otros niños que aparecen en la tele y no poder porque, sin saber muy bien cómo, te ha caído una etiqueta que se tatuará para siempre en tu vida.

Maricón, gorda, feo, puta, gafotas, napias, jirafa, dumbo, subnormal:elige tu propia aventura.

No es normal que a tu alrededor sólo haya vacío y que la soledad sea tu único refugio.

Y no es normal que "los mayores", aquellos que tienen el deber de protegerte miren hacia otro lado, digan que "eso son cosas de críos", que "así les crece corteza", que "a mí de pequeño me hacían lo mismo y mira lo bien que he salido" o que "le vendrá bien para defenderse cuando sea mayor".

NO ES NORMAL.

Porque ningún niño en el mundo debería sufrir acoso, ningún niño debería tener como escenario de sus pesadillas el colegio, ningún niño debería sentir el terror día a día, a lo largo de nueve largos meses cada mañana, antes de llegar a clase, durante el recreo, mientras lo martirizan y por la tarde y noche, cuando se da cuenta de que mañana será un día igual. Y también pasado mañana. Y al día siguiente.


Hoy les voy a hablar de un libro que cuenta de viva voz lo que siente un niño en primera persona cuando pasa gran parte de su infancia sufriendo acoso en carne propia: Para acabar con Eddy Bellegueule, de Édouard Louis. Pero quisiera que no se tomaran estas palabras introductorias como una simple manera de contextualizar mi reseña, no: con ellas pretendo denunciar la realidad diaria de muchos niños, que han de lidiar día a día con sus acosadores y que se ven desprotegidos porque los adultos que deberían velar por ellos no saben ver o no le dan la importancia necesaria a los sentimientos de los más pequeños. El bullying es un tipo de maltrato silencioso que deja cicatrices para toda la vida: la infancia es una etapa importantísima para nuestro desarrollo emocional y sufrir un acoso continuo sin tener las herramientas para gestionar esa discriminación afecta para siempre a la autoestima y deja secuelas difíciles de borrar. Si lees esto sólo te pido un favor: no menosprecies los sentimientos de los niños que tengas a tu alrededor, haz que se sientan queridos y seguros pase lo que pase e invítales a hablar si notas que algo no va como debería. Está en nuestra mano hacer que su infancia sea lo más positiva posible y evitar todos esos finales atroces que saltan a la prensa de vez en cuando y que nos recuerdan que incluso aquí, en un lugar del mundo en el que no hay guerra ni hambre, la vida de un niño también puede ser un auténtico infierno.


Eddy Bellegueule es un niño que no pasa desapercibido: en el rudo ambiente de su pueblo, donde no hay otro horizonte que beber y vivir de las ayudas gubernamentales, Eddy destaca por sus maneras delicadas y su interés por la lectura. Esto lo convierte inmediatamente en un paria en el colegio e incluso para sus propios padres, que se avergüenzan del hijo que les ha caído en "desgracia". Eddy no entiende por qué provoca ese rechazo a su alrededor y se esfuerza por cambiar, por encajar: Eddy lucha por formar parte de ese mundo que le escupe en la cara directamente. Pero por más que se eche novias, se haga el duro e imite el comportamiento de aquellos que lo rodean, tanto él como los demás saben que debajo de esa máscara hay una persona sensible y diferente y, por tanto, es el blanco perfecto para todas las burlas.


La lectura de este libro resulta incómoda por momentos pero en ninguna ocasión se me ha ocurrido pensar que el autor ha decidido exagerar o dramatizar aún más su experiencia: leyendo esta historia he atisbado sinceridad y también desapasionamiento.Édouard habla de su pasado reciente (hablamos de un escritor que apenas tiene 23 años) con un rencor sordo y lejano, imprimiéndole distancia y hasta lirismo a un relato que consigue removernos por dentro. Suelta ciertos datos y anécdotas vividas contados con tal crudeza y frialdad que si hay alguna sobre la sinceridad de su testimonio, esta se desvanece: esta terrible historia pasó y aún late en el corazón y la mente de su protagonista. No me quiero meter en el debate de si la culpa de lo vivido por Eddy la tiene una sociedad ignorante y empobrecida material y espiritualmente o sólo un grupo concreto de personas que resultaron ser los garbanzos podridos de la olla: si he de decantarme, me inclino por lo primero. Y no, no hablo de que la mala educación y los malos tratos estén vinculados necesariamente a la pobreza, pero sí a la ignorancia y, lamentablemente, esta no distingue clases. Para Eddy el escape y solución a sus problemas era soñar con ser burgués, una persona refinada y con recursos y más expectativas que ver la tele con una botella en la mano y, aunque es una postura clasista, creo que debemos entender que el muchacho sólo anhelaba huir a un sitio donde prevaleciera lo contrario a lo que en su vida era norma, aunque sepamos que también en ese mundo se discrimina a los que son diferentes al canon.


Para acabar con Eddy Bellegueule sorprende por hablar en primera persona de un drama silencioso como es el acoso infantil: aunque en el caso del protagonista esta discriminación viene marcada por su orientación sexual, considero que sus vivencias son extrapolables a cualquier niño o adolescente que sufre bullying, independientemente de la cruz que le hayan asignado sus compañeros. El libro está lleno de dolory este se vuelca hacia una sociedad vacía, sin valores ni expectativas, llena de prejuicios hacia todo aquello que se salga de lo que siempre ha sido habitual. Quizás esto ha sido lo que tanto le ha chocado a los lectores franceses, que en un país tan lleno de cultura y belleza como Francia existan, hasta el día de hoy, esos comportamientos tan extremos y tan llenos de odio que hacen que un chico, un niño que está en edad de crecer, soñar y hacer planes de futuro sólo desee huir de allí y renegar de todo lo que conoce, empezar de cero hasta el punto de cambiarse el nombre.

Sin duda,Para acabar con Eddy Bellegueule no es un libro bonito ni fácil, pero es un testimonio necesario, ya que saca a la palestra una tema  gravísimo que tiende a ser minimizado, como es  la discriminación y el acoso en el ámbito escolar. Creo que este libro sirve, no sólo como desahogo para el autor, sino como baño de realidad: es hora de sacar la mierda de debajo de la alfombra y afrontar que nuestra sociedad se pudre desde sus semillas y  que, hasta ahora, no ha existido un interés verdadero por luchar contra el bullying en colegios e institutos, pues este casi se acepta como algo normal... Aunque seamos conscientes de que ni lo es ni debería serlo.

De mi infancia no me queda ningún recuerdo feliz. No quiero decir que no haya tenido nunca, en esos años, ningún sentimiento feliz o alegre. Lo que pasa es que el sufrimiento es totalitario: hace desaparecer todo cuanto no entre en sus sistema".

Previously... (XXI).

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Cof, cof, cof... ¡Ains, qué malita estoy, amig@s! He cogido una gripe de las que hacen historia, de esas que te pillan y no te quieren soltar ni con agua caliente... Es por ello que el blog ha estado un poquito parado, que las reseñas, novedades y sorpresas que tenía planeadas para este año no han llegado y que llevo un retraso del copón en mis publicaciones. Mientras intento expulsar a los virus de mi cuerpo con las pocas fuerzas que me quedan, les dejo aquí el repaso de lo leído y reseñado en El lado frío de mi almohada durante los dos últimos meses, que ha sido mucho y muy variado, ¡comencemos!



Lo Reseñado.

Me pueden acusar de muchas cosas, pero no de repetitiva: en diciembre y enero el espectro de reseñas del blog ha sido de lo más heterogéneo, ¡que no se diga que me quedo encasillada en un sólo estilo literario! Les he traído bizarrías blogueras como Vayamos por partes, fantasía juvenil como Leyendas de la Tierra Límite: Las Tierras Blancas, proyectos colectivos la mar de interesantes como La librería a la vuelta de la esquina o cómics como Shenzhen o Soy de pueblo. También ha habido espacio para grandes clásicos como Emma o para la narrativa más actual, que va desde la ternura y el humor de Cien días de felicidad a la introspección biográfica más oscura y cruel de Para acabar con Eddy Bellegueule. Lo dicho, ¡barra libre, señores!


Lo leído.

En cuanto a lo leído, la cosa ha sido un poco diferente. En diciembre cayó un poco de todo: por culpa de cierta secta me atreví a sumergirme en El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde para luego cambiar totalmente de registro y recorrer a pie los miles de kilómetros del Sendero Macizo del Pacífico a través de Salvaje. Como hace mucho que no voy al teatro me apeteció algo del género y apareció en mi mente la única obra de este tipo escrita por mi querido Gabriel García Márquez, Diatriba de amor contra un hombre sentado, que no pude dejar escapar. Terminé el mes con dos recomendaciones vehementes que guardaba desde hacía tiempo en mis bolsillos: me animé por fin con Benedetti acercándome a La tregua y caí en las redes de Alejandro Palomas gracias a Una madre: la prosa más sutil y poética me ayudó a despedir un 2015 cargado de buenas lecturas.

En enero debí traspasar algún umbral invisible que me hizo volver a mis años adolescentes: a principios de año no conseguía concentrarme en ninguna obra y cada lectura nueva que empezaba la acababa abandonando... Hasta que llegó a mis manos la trilogía Los juegos del hambre, unos libros la mar de entretenidos y fáciles de leer que desengrasaron mis neuronas y me hicieron vibrar como una chiquilla. Quise volver a adentrarme en "terreno adulto" con un libro muy cortito y de un tema tan duro de fondo como los atentados del 11-M, titulado El tren de los sueños rotos, pero lamentablemente no conecté para nada con esa historia, de la que no tengo nada bueno que decir. Así que decidí volver a tener 15 años y gracias al soplo de otra bloguera me enteré que habían empezado a publicar Marmalade Boy Little, una especie de spin-off del manga Marmalade Boy, en el que se basa el mitiquísimo anime La familia crece; ¿quién no llegaba del instituto y se ponía a merendar con este culebrón japonés de dibujos animados en la tele? Lo siento, soy así de moñas y no podía dejar escapar la oportunidad de viajar en el tiempo a través de una historia que me retrotrae a mis años mozos y en la que los personajes originales se dejan caer...


Minimuseo.

Este año he decidido aprovechar esta sección para traerles algunas de mis obras favoritas de la Historia del Arte y contarles lo que ellas significan para mí, con el fin de montar aquí mi pequeño museo personal. No podía elegir otra para empezar que no fuera mi pintura favorita de todos los tiempos: El Jardín de las Delicias, de El Bosco. Supongo que todos la conocerán porque es una de las obras cumbre de la Historia y no es para menos: la simbología, el misterio y el detallismo latente en esta obra ha conquistado a sus espectadores a lo largo de los últimos 500 años. Recuerdo ser muy pequeña cuando vi este tríptico por primera vez en un libro de arte y me encandiló: tantos colores, formas caprichosas e historias paralelas me encantaron; se puede decir que este cuadro es como un libro de relatos, con muchísimas historias en su interior. He tenido la suerte de verlo en directo en el Museo del Prado y es aún más maravilloso, brillante, delicado y audaz de lo que cualquier imagen en un libro o en internet te pueda hacer sospechar... Pero si te queda a trasmano, pincha aquí para que veas el cuadro en super alta definición y alucines: si encuentras al erizo, ¡te llevas un sugus de piña! ;)

Nada más por hoy, amig@, ¡esto es todo! ¿Han leído alguno de los libros que han pasado por mi mente o por mi blog?¿Han viajado recientemente a su infancia o adolescencia a través de un libro? ¿Qué les parece El Jardín de las Delicias? Abrazos! ;)

Ácido sulfúrico.

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Llegué a este libro por accidente: no era el momento para leerlo ni el título que esperaba, pero aún así, se coló entre mis lecturas gracias a la rendijilla del deseo. Amélie Nothomb era una autora que tenía pendiente y Ácido sulfúrico un libro que me llamaba poderosamente la atención… Hasta que me di cuenta de que no, de que no era ese el título remarcado en rojo en mi lista de deseos, sino Estupor y temblores, una novela que me han recomendado hasta la saciedad. Cuando caí en mi confusión era demasiado tarde: la historia de Pannonique y Zdena ya me había atrapado lo suficiente como para seguir con ella hasta el final, a pesar de las otras novelas a medias que yacían expectantes en mi mesilla de noche…



Un nuevo reallity show se ha colado en las televisiones: se llama Concetración y pretende romper todas las barreras del género.  En este programa, dos equipos de “concursantes” se enfrentan por el favor del público: de un lado tenemos a los prisioneros, gente normal que ha sido elegida aleatoriamente para  ser recluida en un campo de concentración y sufrir las más diversas humillaciones y castigos físicos delante de la cámara, para alborozo de los espectadores. En el otro lado se encuentran los “kapos”, que sí han pasado una selección previa por parte del programa y son elegidos entre los demás por sobresalir en ignorancia y brutalidad. Las cámaras registran todos los abusos, torturas y muertes que se producen  en el bando de los prisioneros, muchas de ellas propiciadas por la propia audiencia, que devora cada nueva entrega del programa con fruición… Todo marcha según lo previsto hasta que empieza a despuntar una prisionera a la que han despojado de su identidad y han llamado CKZ114, que aguanta estoicamente los castigos, mostrando una enorme dignidad. Esta prisionera despierta la curiosidad de la Kapo Zdena que empieza a interesarse excesivamente por ella, mostrando hacia CKZ114 benevolencia y crueldad a partes iguales. Gracias a la relación de ambas conoceremos de cerca los entresijos del programa y tendremos una panorámica general de la putrefacción moral a la que ha llegado la sociedad, que fomenta el goce y disfrute en directo de las más morbosas desgracias ajenas.



En líneas generales, esta es una novela de blancos y negros, con pocas tonalidades de gris (aunque también las hay): me refiero a que los personajes del libro se dividen en “buenos” (prisioneros) y “malos” (kapos, directivos de televisión, espectadores, políticos): la autora quiere hacer una crítica a una sociedad cada vez más amoral que disfruta de la carnaza, a unos políticos que miran hacia otro lado en lugar de tomar medidas contra el que sufre, a unos ejecutivos que sólo quieren hacer más y más dinero y a unos concursantes (los kapos) que venderían su alma al diablo por cinco minutos de fama. En el otro lado están los prisioneros: gente que ha sido secuestrada para participar en un reallity en el que la muerte es el espectáculo y ellos son las estrellas principales. Por supuesto que hay prisioneros de todo tipo y extracción social y, a medida que los vamos conociendo podremos apreciar sus personalidades algo más matizadas, pero no cabe duda de que son víctimas de un negocio macabro y de que su sufrimiento es real

Todas estas sensaciones se canalizan en los dos personajes principales: Zdena, la kapo ignorante,  sin perspectivas de futuro, que participa en este programa alegremente, en busca de algo de fama y reconocimiento y Pannonique, la prisionera que se ha visto envuelta en esta situación sin pretenderlo, que ha intentado mantener la compostura y la dignidad para no facilitar el material morboso que la audiencia espera y que, precisamente con ello logra acaparar todas las miradas. Pannonique se convertirá rápidamente en el centro de atención del programa y también en el interés oscuro de Zdena, cuyo interés por la presa aumenta a medida que pasan los días y Pannonique aguanta el dolor. La tortuosa relación que se establece entre ellas, que mezcla obsesión de Zdena por Pannonique y el asco de la presa hacia su guardiana será uno de los puntos más interesantes de esta novela distópica de curiosa ambientación.



Para mí, uno de los puntos fuertes de la obra es su deliberada exageración, pues creo que así el mensaje que quiere transmitir la autora (la exposición descarnada de la intimidad, la falta de valores, el “todo por la fama”), queda más patente. Sé que a muchas personas les parece odioso que Nothomb haya recurrido a la metáfora del campo de concentración nazi como punto de partida de su novela: he leído en otras reseñas que no se ha de acudir a un episodio tan oscuro de la historia para escribir ciencia – ficción, pero sinceramente, discrepo: lo que pasó en Alemania en los años cuarenta fue horrible y no tiene parangón, pero precisamente por eso la metáfora que intenta crear la autora es más potente. La idea de un programa de telerrealidad basado en Auschwithz, en el que los concursantes son raptados y maltratados por guardianes y además pierden su identidad pasando a ser sólo un número es deliberadamente hiperbólica, pero funciona precisamente por ello y le permite hablar de problemas contemporáneos, quizás más frívolos, pero que también acaban por deshumanizar al otro. 

El estilo de la autora es sumamente sencillo, claro y ágil: el libro es bastante corto y está lleno de diálogos e interesantes reflexiones, por lo que la lectura se nos escurre entre los dedos en un tris. Me gustó mucho la evolución de los dos personajes principales y cómo sus acciones eran vistas por los demás, ofreciendo esos pocos tintes grises que mencionaba antes y que tan necesarios son para que una novela deje poso. Me hubiera gustado conocer mejor el contexto socio – político en el que surge un programa como Concentración, pero Nothomb no estimó oportuno darnos pistas al respecto, supongo que con la intención de que lo traslademos directamente a nuestros días, a lo que puede pasar en nuestro mundo dentro de quizás un año o dos; no creo que esta “falta de datos” afecte al conjunto del relato, pero a mí me habría interesado su inclusión (aunque eso hubiera supuesto bastantes páginas de más, imagino).


Disfruté mucho de Ácido sulfúrico por inesperada, irreverente y terriblemente actual: aunque quizás estemos lejos de nominar a concursantes para que sean los próximos en morir, es cierto que últimamente veo una deriva cada vez más peligrosa en la prensa (al menos en la española), que se centra en sacar a la luz los aspectos más truculentos de cada noticia, aunque no aporten nada de valor a la descripción de los hechos. Me parece un libro fácil de leer que, sin ser un “cambia vidas” nos dejará interesantes reflexiones en el recuerdo y unos personajes centrales muy bien caracterizados cuya extraña relación no olvidaremos fácilmente… Recomiendo esta historia a todos aquellos que disfruten de los relatos distópicos, que no se escandalicen ante la ironía, el sarcasmo y la hipérbole desmesurada y que quieran iniciarse con la autora con un libro sencillo que pretende hacernos pensar en los límites que deberíamos establecer en nuestra cada vez más invasiva “sociedad del espectáculo”.


Los políticos son una emanación del público. En cuanto a los organizadores, son tiburones que se limitan a acudir allí donde se manifiestan los fallos del sistema, o sea donde existe un mercado susceptible de proporcionarles beneficios. Los espectadores son culpables de formar un mercado que se los proporciona. La responsabilidad final recae en quien acepta un espectáculo tan sencillo de  rechazar. 

Vinieron para quedarse... (XVIII).

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Hola a tod@s!

Hacía ya bastante tiempo que no les traía una entrada de esas en las que presumo de libros nuevos pero es que, como verán, últimamente estoy muy comedida: tengo tanto que leer y tan poco tiempo que  me da un poco de apuro seguir engordando las estanterías sin parar... Supongo que  estoy atravesando una racha de mala conciencia y que mi chip libro-veo-libro-quiero se activará en lo que deje la cuesta de enerofebrero atrás pero, mientras tanto, paso a enseñarles las novelas que llegaron en diciembre y enero a mis estanterías que, aunque pocas, vienen cargadas de buenas vibraciones... ¡comencemos!


Los dos primeros libros que les enseño me llegaron gracias a la generosidad de sus autores. Por una parte tengo entre manos Euforia colectiva, de Alberto Hontoria Maceín: el año pasado leí la anterior novela del autor, Disjecta Membra, que fue una de mis mejores lecturas del año, así que mis ganas de dejarme sorprender por esta nueva obra son muy altas. Por otro lado Pablo Palazuelo me presentó su libro Nunca es tarde para morir, que viene avalado por buenísimas críticas por todo internet: eso y la amabilidad de su autor hicieron que me decidiera hacerle hueco a pesar de que mi cupo de novela negra está lleno para los próximos años... Espero no tardar demasiado en leerla y comprobar si la avalancha de reseñas positivas está justificada, ¡ojalá que así sea!


Y estas fueron mis dos únicas compras, con las que me siento la mar de satisfecha: me hice con  Harry Potter and the Philosopher´s Stone, el primer libro de la saga del famoso mago; esta nueva edición ilustrada es preciosísima y digna de formar parte de cualquier biblioteca.  Adquirí la edición inglesa de la obra aprovechando una mega ofertaza en Bookdepository que dejaba el libro 10 euros más barato que su precio original, por lo que me pareció una compra redonda: estoy convencida que serán unos libros fáciles de leer en inglés, que me animarán a practicar el idioma y con los que disfrutaré como una enana como ya lo hice en su momento, así que ¡todos son ventajas!

Mi segunda compra fue inevitable: llevo detrás de Nueva York, de Edward Rutherfurd, desde que conocí la obra, hace ya unos buenos años. No he leído nada del autor, sólo sé que se dedica a hacer "biografías" de ciudades y países y, aunque en principio mi instinto me guiaría hacia otras obras suyas dedicadas a París o a Rusia, que son lugares que me atraen más, Nueva York siempre me ha llamado la atención, tanto que muchas veces lo he pillado en la biblioteca para llevármelo a casa y lo he abandonado en el mostrador en el último momento. Descubrí una tienda de libros de segunda mano en mi ciudad que estaba a punto de liquidar y cuando lo encontré, no lo dudé demasiado:me terminó de convencer que el precio era una ganga y que su estado de conservación era perfecto: ¡juro que huele a libro nuevo! Estoy segura que fue un regalo del que alguien se deshizo sin apenas abrirlo, ya que el libro está como recién sacado de imprenta y se nota que nunca ha sido mancillado... ¡Me toca a mí hacer que pierda ese aire virginal a través de una lectura intensa!

Pues esto es todo, amig@s: ya ven que no hay mucha cantidad pero en cuanto a calidad no puedo estar más satisfecha. ¿Te gustan algunos de mis libros? ¿Has leído alguno antes?¿Me recomiendas uno de ellos para empezar? Abrazos! ;)

Emily lejos de casa.

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¡Y yo que pensaba que eso de las sagas juveniles era cosa de hoy en día!Pues resulta que no, que aunque ahora sea raro el libro dirigido a adolescentes que no forme parte de una trilogía o similar, lo de dividir tramas en varios tomos es Historia antigua... Al menos eso ha sido lo que he descubierto gracias a L. M. Montgomery, que allá a principios del siglo XX se dedicó a escribir grandes relatos dirigidos a los más jóvenes a lo largo de varias novelas, véase el caso de Ana la de Tejas Verdes o el que les traigo hoy, Emily la de Luna Nueva. Conocí a Emily hace poco más de un año y me enamoré totalmente del personaje, una niña con una personalidad muy bien definida y ganas de triunfar como escritora que se ganó mi corazón desde el minuto cero. Esto hizo que, a pesar de mi renuencia a embarcarme en nuevas sagas literarias, me comprometiera con la pequeña heroína de esta historia, ya que tanta determinación y amplitud de miras en una muchacha tan joven de aquella época merecían ser seguidos de cerca. Poco tuve que esperar para disfrutar de la publicación de la segunda parte de esta obra, Emily lejos de casa, preciosamente editada por Toromítico: reencontrarme con Emily se convirtió en una cita obligada a la que acudí gustosa y dispuesta.  


Emily finalmente se ha adaptado a la vida en Luna Nueva: para los familiares que se hicieron cargo de ella,  Emily es una Murray más de la que se sienten orgullosos con mayor o menor disimulo. Eso no impide que las dudas asalten a la tía Elizabeth a la hora de decidir si Emily debe dejar la casa familiar o no para trasladarse a Shrewsbury y cursar la Secundaria; el miedo a que la muchacha se desvíe o se deje llevar por su mente fantasiosa pesa más que el anhelo de la niña por recibir una buena educación. Tras muchos tiras y afloja y cuando Emily ya daba por perdida la posibilidad de estudiar junto a sus amigos en un colegio superior, la tía Elizabeth accede a darle el deseado permiso, a condición de que Emily deje de escribir cualquier cosa que no sea verdad. Para nuestra protagonista será todo un reto domar su imaginación galopante justo en una etapa de su vida, la adolescencia, en la que encuentra inspiración en cualquier rincón y también en la que ha decidido luchar más decididamente por conseguir cumplir su sueño de convertirse en escritora. En Emily lejos de casa contemplaremos como aquella querida niña que ya nos conquistara en Luna Nueva se convierte en una jovencita decidida a alcanzar sus metas y para la que es crucial recibir una buena educación, todo ello en un momento de la vida en el que los cambios están a la orden del día no sólo a nivel físico, sino también espiritual.


En este libro vemos como Emily comienza a dejar atrás a la niña un tanto rebelde y contestona a la que conocimos anteriormente para dar paso a una jovencita algo más comedida aunque con las ideas aún más claras. La influencia Murray se nota cada vez más y ese orgullo del que presume la familia sale a la luz en más de una ocasión, mostrándonos una Emily en ocasiones engreída, que cree que está por encima del bien y del mal. Afortunadamente, la chica de carácter reflexivo y soñador suele ganar la partida, con lo que el lector acaba disfrutando de un personaje tridimensional, con un carácter definido que dista de ser perfecto o angelical, pero con el que quizás nos podemos identificar más fácilmente. Los familiares que conocimos en Luna Nueva (tía Elizabeth, tía Laura, el primo Jimmy) apenas aparecerán en este libro, ya que Emily se traslada a la ciudad para vivir con la tía Ruth, una mujer realmente antipática que pondrá en cuestión todas y cada una de las cosas que haga nuestra protagonista, a pesar de que estas sean de lo más inocentes. Seguiremos teniendo presentes a los amigos de Emily ya que Ilse, Perry y Teddy también marchan a estudiar a la ciudad; allí veremos cómo se van acercando a sus distintas metas y cómo van evolucionando sus personalidades, aunque la autora parece no haber querido mostrarnos los claroscuros de todos con la misma intensidad. Otro personaje importante será Dean Priest, un hombre que le dobla la edad a Emily y que le salvó la vida en la novela anterior: no puedo evitar que Dean me caiga mal a pesar de ser un buen amigo para Emily, pero es que lo veo venir y no me molan nada sus intenciones...


Emily sigue siendo la protagonista absoluta de este libro, en torno a la que gira toda la acción pero, al contrario que en la novela anterior, no sólo conoceremos sus pensamientos en primera persona (a través de sus diarios), sino también la opinión de una narradora externa que se hace llamar "su biógrafa"; ella nos contará algunas de las peripecias que vive Emily desde una perspectiva supuestamente más objetiva de los hechos, aunque no dudará en emitir juicios de valor si lo cree conveniente. La prosa sigue siendo sencilla y transparente, muy hermosa en sus descripciones y fluida en el relato: Montgomery en ocasiones describe la Naturaleza o los sentimientos y pensamientos de Emily con gran profundidad y detalle, aunque eso no le impide crear una historia con buen pulso que nos va metiendo poco a poco, pero decididamente, en el mundo de la protagonista. La autora ha seguido elaborando la personalidad de Emily y nos la muestra como una muchacha imperfecta, brillante pero orgullosa, que huye de ciertos estereotipos que abundan en los clásicos juveniles de la época. Aunque los personajes secundarios también tienen su importancia, esta vez me han parecido menos trabajados que en la entrega anterior pues, a pesar de algunas excepciones, no he podido conocerlos mejor o apreciar su desarrollo con respecto a lo que ya sabía de ellos. En cualquier caso, ninguno de los personajes desentona en el conjunto y todos contribuyen a que Emily nos muestre diferentes facetas de sí misma, dejándonos satisfechos con la evolución de su historia y expectantes ante lo que está por venir.


Emily lejos de casa es la digna continuación de una saga que nos habla del paso de la niñez a la madurez y de la lucha por hacer realidad nuestros sueños de una manera sutil, divertida y clarificadora. Me ha gustado mucho que la autora haya puesto el foco en el empeño de Emily por conseguir una buena educación y ser alguien por sí misma, sin tener que depender exclusivamente de su apellido (aunque este lo lleve con mucho orgullo). Emily quiere que la reconozcan por su talento y no se rinde, a pesar de los amargos rechazos y desazones a los que se debe enfrentar a lo largo de la historia, pero poco a poco se irá dando cuenta de que esas negativas harán de ella una persona mejor y una artista más completa y madura. Las decisiones que toma la protagonista se basan casi siempre en lo que es más conveniente para conseguir su objetivo, que será su prioridad: no sé qué me deparará la conclusión de esta saga, pero por ahora no hemos visto que la muchacha aplace sus sueños por amor o que su motivación sea encontrar marido, cosa que es común en otros libros de la época, sino que el fin último de Emily es su realización personal y eso me encanta.Recomiendo este libro y por extensión esta saga de L. M. Montgomery, ya que aúna perfectamente el encanto de una protagonista carismática, la belleza de unos paisajes arrebatadores y la frescura de unas ideas no muy extendidas a principios del siglo XX, que son aquellas relativas a que cualquier niña, con determinación y trabajo, puede ser lo que ella quiera en la vida, más allá de  imposiciones o convenciones sociales.

No me gusta la idea de que mi vida le pertenezca a nadie salvo a mí misma [...]
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