Quantcast
Channel: El Lado Frío De Mi Almohada | Lectura Inquieta
Viewing all articles
Browse latest Browse all 153

1984.

$
0
0

Hola a tod@s!

¿Alguna vez has creído haber leído un libro sin haberlo hecho realmente? Me explico: te viene a la cabeza un título determinado o te hablan de él y tú estás convencid@ de que hace  tiempo le diste una oportunidad: te suenan los personajes, la trama no te es desconocida, mencionas alguna cita de vez en cuando y no dudas en recomendarlo a todo el mundo... Pero, ¿un momento?; ¿seguro que lo has leído? Haces memoria, te propones volver al momento concreto en que tenías el ejemplar entre manos y la mente se te queda en blanco: cero recuerdos. Luego llega la fase de autosugestión: que sí que ya lo has leído, imposible que sepas tanto de  la historia si no fuera así... pero va a ser que no. A mí me pasó esto hace poco con todo un clásico contemporáneo, 1984, de George Orwell: estaba segura de que en el pasado había disfrutado de la madre de todas las distopías, pero cuando me puse a meditarlo más seriamente me di cuenta de que no había sido así; quizás sabía mucho del argumento precisamente por ser una obra maestra que todo el mundo conoce, pero me bastó leer un par de páginas de esta novela para darme cuenta de que, para mí, aún era territorio virgen por explorar.


En 1984 el mundo está dividido en tres zonas: Oceanía, Eurasia y Asia Oriental, que continuamente están en guerra entre sí para hacer valer su superioridad política y moral. En uno de esos territorios, Oceanía, conoceremos a Winston Smith, un trabajador del Ministerio de la Verdad cuya tarea consiste en manipular la Historia: cada cambio de opinión que tenga el Partido, liderado por el Gran Hermano, conlleva una huella en los medios que hay que deshacer, y Smith se encargará de reescribir cada artículo, noticia, crónica o similar del pasado que ya no concuerde con el mensaje oficial que se quiera transmitir desde el Gobierno. Todo ello hace que Smith  comience a atisbar la falsedad de la sociedad en la que vive, lo que le lleva a intentar escapar de la férrea vigilancia a la que están sometidos los habitantes de Oceanía y a comenzar a rebelarse contra el sistema establecido. A ello le ayudará Julia, una muchacha tan desengañada de la política del Estado como él y O´Brien, miembro del Partido Interior (la élite gobernante) que se encargará de mostrarle los entresijos gracias a los cuales el Gran Hermano está firmemente anclado al poder. 


Winston Smith, nuestro protagonista, es miembro del Partido Exterior que sería, por así decirlo, los funcionarios del Estado. Existen cuatro ministerios que se encargan de las tareas más importantes para mantener la estructura política del nuevo orden social que explica la novela: el Ministerio del Amor, que se encarga de torturar a cualquier opositor al régimen, el Ministerio de la Paz, que gestiona todo lo que tiene que ver con la guerra perpetua en la que participa Oceanía, el Ministerio de la Abundancia, que raciona escrupulosamente los bienes para que la población subsista malamente con lo que se les da y el Ministerio de la Verdad, en el que trabaja Smith, que se encarga de manipular y destruir todos aquellos documentos que puedan contradecir cada una de las nuevas disposiciones dadas por el Gran Hermano. Smith, a pesar de que lo han aleccionado toda su vida para creer que las cosas son así y punto, empieza a darse cuenta de que algo falla en un sistema que tiene que recurrir a personas como él para cambiar continuamente las versiones oficiales de los hechos, con lo que en su interior se comienza a abrir una grieta de desconfianza en la que ahondará con mucha cautela al principio y más decididamente después, cuando conozca a Julia. Ella, miembro de la Liga  Anti-Sex y en apariencia ferozmente leal al Partido, se rebelará a su particular manera contra él, iniciando una relación secreta con Smith, alejada de las indiscretas cámaras que lo dominan todo y donde finalmente prevalecerá el amor, algo que en la sociedad de 1984 no se permite. Otro personaje fundamental será O´Brien, quien parece ser un agente doble, al ser miembro del Partido Interior y de La Hermandad (grupo clandestino que se opone al régimen) y que proporcionará a Smith el conocimiento necesario para entender los enrevesados mecanismos que mantienen en pie el mundo en el que le ha tocado vivir.


George Orwell despliega todo su potencial como escritor y filósofo en esta novela, que podría calificarse como "ensayo político ficcionado". Los temas tratados en esta obra son complejos, aunque están explicados de una manera muy clara que hace que no resulten difíciles de comprender. Quizás existan algunas partes que sean un tanto densas, en las que el autor insiste en ciertas ideas para dejar claros algunos pormenores del sistema político que rige el mundo de 1984, ralentizando con ello la lectura, pero a mí estos capítulos me han parecido  remarcables y de ellos  se pueden extraer muchos pensamientos interesantes. El libro se divide en tres partes que sirven para, a través de la figura de Winston Smith, ponernos en situación sobre el mundo en el que vive, asistir al intento de rebelión de un individuo frente a un poderoso sistema que todo lo controla y conocer cómo el Estado responde a lo que se considera traición. Orwell introduce en 1984 numerosos conceptos que han pasado a formar parte, si no de nuestro vocabulario, de nuestro pensamiento, como la neolengua (lo que casi podríamos asimilar a lo "políticamente correcto"), doblepensar (estar en contra de algo pero mostrarse a favor y defenderlo fervientemente o viceversa), el Gran Hermano (sistema de control cada vez más excesivo que  tienen las autoridades sobre la vida privada de las personas) o el crimental (crimen de pensamiento; tener ideas diferentes o contrarias a lo que desde el Gobierno se establece que es lo correcto). Pero no crean que el autor simplemente ha querido dejar constancia de una sucesión de nociones más o menos interesantes sin más: Orwell ha bañado todo su relato de una atmósfera pesimista, gris, claustrofóbica que hará que nos quedemos, no sólo con la sensación de haber acrecentado nuestro bagaje intelectual, sino de haber sucumbido a una historia tan buena como terrible, dado lo plausible que resulta su traslado a nuestra vida cotidiana.


1984 es un libro que hay que leer alguna vez en la vida, sí o sí. Me parece una historia totalmente vigente que debemos conocer: a pesar de haber sido escrita como crítica a los regímenes comunistas y fascistas y que las referencias a personajes y entidades tan terribles como Stalin o las SS nos parezcan tan lejanas hoy, este libro trasciende totalmente su época y podemos ver en nuestra realidad política y mediática actual muchos de los pensamientos que Orwell plasmó aquí en su momento, hecho que da bastante miedito. Creo que éste es uno de estos libros que desarrollan el espíritu crítico de cualquiera y cuya lectura no cae en saco roto, pues aunque es evidente que no todos los lectores van a salir en masa a rebelarse contra un mundo cada vez más parecido al de la novela, sí que podrán aprender a identificar muchas pequeñas manipulaciones que recibimos diariamente y que pasamos por alto como si nada, aunque están dirigidas a que nosotros, "los ignorantes proles" que define el libro, vomitemos nuestros dos minutos de odio contra lo que toque en cada momento, sin que hagamos un análisis algo más exhaustivo de lo que se nos quiere inculcar. Desde el plano meramente literario, 1984 es una buena lectura que no va a resultar trepidante y que incluso se estanca en ocasiones, pero que se lee con facilidad y reporta algo más que una buena historia; incluso con todas las cosas negativas que ocurren en el libro, al final atisbamos un pequeño rayo de luz que nos da algo de esperanza. A pesar de que Rebelión en la Granja me gustó un pelín más, 1984 ha sido una de mis mejores lecturas del año y el libro al que he hecho más anotaciones, por lo que no dudo en recomendarla a cualquiera que quiera acercarse a un clásico contemporáneo de calidad sin fecha de caducidad a la vista. Nota: 8´5/10.

"En un un mundo en que todos trabajaran pocas horas, tuvieran bastante que comer, vivieran en casas cómodas e higiénicas, con cuarto de baño, calefacción y refrigeración, y poseyera cada uno un auto o quizás un aeroplano, habría desaparecido la forma más obvia e hiriente de desigualdad. Si la riqueza llegaba a generalizarse, no serviría para distinguir a nadie. Sin duda, era posible imaginarse una sociedad en que la riqueza, en el sentido de posesiones y lujos personales, fuera equitativamente distribuida mientras que el poder siguiera en manos de una minoría, de una pequeña casta privilegiada. Pero, en la práctica, semejante sociedad no podría conservarse estable, porque si todos disfrutasen por igual del lujo y del ocio, la gran masa de seres humanos a quienes la pobreza suele imbecilizar, aprenderían muchas cosa y empezarían a pensar por sí mismos; y si empezaran a reflexionar, se darían cuenta más pronto o más tarde que la minoría privilegiada no tenía derecho alguno a imponerse a los demás y acabarían barriéndoles. A la larga, una sociedad jerárquica sólo ería posible basándose en la pobreza y en la ignorancia". 

Viewing all articles
Browse latest Browse all 153