Hola a tod@s!
Dice una conocida canción, en un alarde de machismo y casposidad, "no me gusta que a los toros te pongas la minifalda". Mi cerebro, que es un cachondo mental, activa esa musiquilla de fondo cuando entro en una librería y veo allí a las pobres novedades, recauchutadas entre bandas de papel con alguna sentencia rimbombante que me recomienda su lectura o escondidas tras una enorme pegatina con el mismo fin, haciendo que no se vea bien la portada. "No me gusta que a los libros le pongas faja publicitaria", canto yo como aquel de los toros, un poco desquiciada ante tal derroche; estos elementos son lo primero de lo que me deshago al llegar a casa, muchas veces sin siquiera leer lo que dicen. Sin embargo, este problema se queda en nada cuando la editorial de turno decide que es buena idea imprimir tal reclamo directamente en la cubierta del libro: ante esto, no hay solución posible y reconozco que he llegado a no comprar alguna novela por la mala impresión que me dan este tipo de "tatuajes"... Aunque tampoco peco de intransigente y cuando un libro me interesa, hago de tripas corazón: esto me pasó con una de las últimas novedades de la Editorial Bóveda; a pesar de mi particular "tic nervioso", Netherwood de Jane Sanderson tenía ingredientes más que suficientes para sumergirme de lleno en esa historia: no sé si me llamó la época, la ambientación, los protagonistas o todo en su conjunto, pero esta novela me atrajo desde el primer momento y supe que debería apartar a un lado mis pequeñas manías sin importancia y dejarme llevar por lo que verdaderamente importa.
Netherwood es el nombre de las tierras y la mansión de la familia Hoyland, aristócratas y empresarios que mantienen varias minas de carbón en la zona de Yorkshire, Inglaterra. Los Hoyland son una rica familia acostumbrada al lujo y a la buena vida, lo que choca frontalmente con las paupérrimas condiciones de sus empleados, sin apenas derechos de ningún tipo y con una existencia rayana en lo miserable. A pesar de todo, como hay varias minas vecinas donde las cosas van mucho peor, los empleados en Netherwood se conforman con su dura realidad, rezando para que la penosa vida minera no se cobre ninguna víctima. Una de las habitantes de Netherwood nos demostrará en esta novela cómo sobresalir en condiciones adversas: Eve Williams, una mujer fuerte y decidida, tendrá que ingeniárselas para sacar adelante a su familia sin más ayuda que su talento como cocinera y el apoyo incuestionable de algunos pocos amigos, que confían ciegamente en ella y que le dan alas para que se demuestre a sí misma que puede lograr todo lo que se proponga.
A pesar de ser una historia con una enorme cantidad de personajes y que se nota que la autora quiere subrayar especialmente a algunos de ellos, para mí la protagonista absoluta e incuestionable de esta novela es Eve, una mujer admirable que tendrá que hacer frente a numerosas dificultades en una época en la que las mujeres lo tenían bastante crudo para valerse por sí mismas. Eve es una buena mujer, una madre abnegada y una cocinera excepcional, y será esto último a lo que se agarre cuando su tranquila vida dé un vuelco de 180 grados. A lo largo del libro asistiremos a la transformación completa de este personaje, que pasa de ser una ama de casa en dificultades a empresaria de éxito y nos alegraremos por todos esos logros conseguidos con esfuerzo, dedicación y no pocas dudas. Afortunadamente Eve contará en esos momentos de inseguridad con la mano amiga de varios de sus vecinos y amigos, e incluso el conde de Netherwood y su familia atisbará en ella un talento especial. Entre el enorme número de personajes secundarios que aparecen en esta novela quiero destacar especialmente a Anna, una muchacha rusa que comienza a vivir en casa de Eve como favor a un párroco amigo y que resulta ser una mujer interesantísima, que cambió la acomodada vida que tenía en su país por un amor que la llevó a la pobreza y que perdió al poco tiempo, dejándola sola con un bebé. A pesar de todo ello, Anna es una persona optimista, inteligente y con una clara visión emprendedora que contagiará a Eve y que será la clave para que nuestra protagonista tenga éxito en sus nuevos proyectos.
Jane Sanderson divide la historia en tres grandes bloques que narran diferentes etapas de la vida de Eve: el primero se centra en poner a los personajes en escena y darnos a conocer sus personalidades y motivaciones, dando pie, además, al cambio brusco que sufre la vida de Eve y que le hará abrir una tienda de pasteles y púdines en su propia casa. En el segundo bloque se asienta el éxito de Eve y vemos cómo es percibido éste por los habitantes del pueblo y cómo Anna le anima ampliar horizontes. En la última parte del libro asistimos a la consagración de Eve como cocinera, cuando la familia Hoyland le pide que se traslade a Londres para servir sus delicias entre la alta sociedad de la capital durante la temporada de verano; ésto la llevará a separarse de sus seres queridos para encontrarse sola en una casa hostil, a la que nunca se llega a adaptar del todo a pesar de que conseguirá hacer algunas pocas buenas amistades. El estilo de Sanderson es muy ágil: a pesar de que abundan las descripciones, el relato no se hace para nada pesado, pues utiliza un lenguaje directo y sencillo que nos lleva a pasar las páginas sin darnos cuenta. La narración está plagada de diálogos entre los personajes que hacen que los conozcamos mejor, aunque muchos secundarios con gran potencial quedan un tanto indefinidos, dando la impresión de que no se terminaron de rematar. Me parece interesante señalar que, al terminar la historia, el lector se encuentra con un completo apéndice en el que aparecen las recetas elaboradas por Eve en la novela (muchas de ellas muy apetecibles), una serie de cuestiones para debatir sobre el libro, una entrevista a su autora y bibliografía relativa al tema y la época: creo que todo ello es contenido de calidad que enriquece el ejemplar y que agradará a los que se acerquen a esta lectura.
Me ha gustado mucho Netherwood, aunque yo pensaba que iba a transitar más en el mundo aristocrático y la novela se mueve claramente entre el pueblo llano: a pesar de que la familia del conde aparece mucho en este libro, creo que la autora no nos deja ver más que pinceladas sobre estos personajes, quizás con la mente puesta en una futura novela más centrada en la alta sociedad. Este hecho no me ha disgustado para nada, pues la trama de Eve me parece bastante consistente y conocer las condiciones de vida de las clases humildes de la época, tan ignoradas normalmente, me ha resultado particularmente instructivo. Lo que sí me ha desconcertado bastante ha sido cómo la parte final del libro ha estropeado un poco la fantástica evolución de la protagonista, cuando se intentan introducir unos enamoramientos tan apasionados como apresurados que creo que no aportan realmente nada al relato principal, deslucen un poco la historia y chocan con la imagen de Eve que nos hemos formado hasta el momento. También hay que decir que la autora no ofrece un final cerrado a cal y canto, sino que quedan algunas líneas argumentales abiertas, lo que tiene que ver, como me enteré tras terminar la lectura, con que Netherwood es el principio de una saga, por lo que deduzco que muchos personajes de esta historia seguirán viviendo en otras novelas, aunque la trama central tiene un claro punto y aparte. En resumen , a pesar del pequeño declive de la parte final del libro, no dudo en recomendar Netherwood a los amantes de los buenos dramas de época: me ha parecido una novela entretenida y bien contada, con una protagonista de bandera y algunos secundarios inolvidables, de esos que merecen un libro sólo para ellos. Nota: 7/10.
"Aquellos recuerdos de otro mundo eran imposibles de borrar de la mente, como si estuvieran grabados en cristal, pero ya estaban más difusos que años atrás e iban perdiendo poco a poco el poder de causarle dolor. Eve había aprendido a encontrar regocijo en los pequeños detalles de la vida, y precisamente eso era lo que estaba haciendo en aquel mismo instante: el calor de la cocina contra la que estaba apoyada, el olor del pan recién hecho y de la salsa de estofado... Había bendiciones diarias como aquellas a raudales, no eran menos valiosas por ser insignificantes, y cada día ofrecía una oración de agradecimiento por la suerte que la acompañaba".
Agradezco a la Editorial Bóveda el envío del ejemplar.