Hola a tod@s!
Partamos de la base de que soy lo que vulgarmente se denomina "una bruja sin corazón": no me conmuevo especialmente con las historias de enamoramientos atribulados, me provoca algo de vergüenza ajena las declaraciones públicas de amor tan típicas de las películas y, hablando de ellas, no me emocionan especialmente las de chico conoce chica - se enamoran - algo gordo los separa - pero al final siempre triunfa el amor... Entiendo que aquí yo soy la rara: quizás tenga que ver con una infancia traumatizada por el visionado compulsivo y obligatorio de telenovelas a la hora de la sobremesa en la única televisión familiar lo que acabó destruyendo mi empatía hacia este tipo de historias, pero el caso es que no soy nada devota del género puramente romántico. Ojo, que no lo desprecio, simplemente no conecto con él... Y sin embargo, a pesar de todo, no le niego oportunidades a los relatos amorosos, por si encuentro la horma de mi zapato y mi corazón de bruja empieza a latir de una vez por todas. Por ello, y por varias buenas críticas que había leído anteriormente, acepté la propuesta de la Editorial Espasa de leer 39 cafés y un desayuno: esta obra de Lidia Herbada tenía una pinta divertida y ligerita que me venía genial para descansar la neurona con una sonrisa en los labios y quién sabe si reconciliarme con este tipo de historias...
Martina es una chica en plena treintena que, en apariencia, lo tiene todo: una hermana que la adora, un grupo de amigas con el que se lo pasa genial, un buen trabajo que le permite ser independiente y tener la parte material sobradamente cubierta... Pero le falla la suerte en el amor: es la única de su grupo que no tiene una relación estable ni la ha tenido en mucho tiempo y eso la obsesiona y deprime profundamente. Ante esta situación y como regalo de cumpleaños, su hermana se compromete transformarse en una Celestina virtual, abrirle un perfil en una página de contactos de internet y encargarse de encontrar personalmente al tipo ideal que le dé la estabilidad que Martina necesita. A partir de aquí asistiremos a las citas y cafés que toma nuestra protagonista con un gran número de hombres que no son otra cosa que retratos de lo que te puedes encontrar en internet: Martina tendrá que aprender a diferenciar a los depredadores de los corderitos sin dejarse el corazón o la dignidad por el camino.
Martina, nuestra protagonista, es un personaje que cae bien: personalmente me cuesta entender que una mujer necesite tan desesperadamente a un hombre para sentirse realizada, pero comprendí la soledad de la muchacha, su búsqueda de algo más que la llenara y lo perdida que estaba en el siempre complicado terreno del amor. En ocasiones me resultó un poco difícil seguirle el ritmo, puesto que carga consigo varias contradicciones: desconfía del método elegido para buscar pareja pero se desespera cuando no consigue nuevas citas; se muestra extremadamente superficial ante algunos de los candidatos pero a ella le duele mucho el desprecio que le hacen ciertos tíos que se encuentra en la página; la mayoría de veces que queda con un chico no tarda ni 20 minutos en "enamorarse" de él y empezar a imaginar una vida con niños, perro y casa a las afueras, sin conocer de verdad a la otra persona y, cuando finalmente la conoce y resulta ser un gilipollas, aguanta carros y carretas, hasta que lo dejan e inmediatamente se arrepiente: sé que es una estrategia de la autora para hacernos llegar más vivamente lo agobiada e ilusa que es su protagonista, pero eso me ha sacado bastante de quicio. Aunque a lo largo de la novela se mencionan a muchos de los amores de Martina y a su grupo de amigas (autodenominadas "Pandilla Popy"), sólo hablaré de su hermana como otro personaje destacado de la trama, ya que ésta es la que nos cuenta la historia y la que selecciona y se pone en contacto con los candidatos que quedarán con Martina. La hermana, de la que no llegamos a saber el nombre, no me ha resultado demasiado simpática: aunque es obvio el cariño que le tiene a Martina, me ha parecido un personaje condescendiente en el tratamiento que le da a su hermana, a parte de algo frívola y metomentodo: quiere que los demás vean el maravilloso interior de Martina, pero ella no se aplica el mismo cuento a la hora de elegir a los candidatos y, además, los quiere conocer enseguida para dar el visto bueno, tomándoselo mal si esto no ocurre: a mí se me pone una de mis hermanas en ese plan controlador y la mando a tomar viento más rápido que volando.
Como he dicho antes, la historia no está narrada directamente por la protagonista, sino por su hermana, que es quien nos cuenta con pelos y señales cómo es Martina y cómo va el proceso de búsqueda, aderezándolo con consejos con cierto aire de autoayuda para moverse por el mundillo de las citas en internet: cómo detectar buenos perfiles, cómo huir de los que van a lo que van y cosas por el estilo. La verdad es que ni su personaje ni su tono me cayeron demasiado bien, pero me pareció original utilizar esta voz para contar la historia, pues sí que es cierto que se torna como un ente algo objetivo, que señala las debilidades de su hermana, cosa que, si la historia la hubiese contado Martina, quizás nos habríamos perdido. Otro punto positivo que le doy es que la autora no se limita a contar dos o tres citas y encuentro inmediato del amor, sino que habla de un proceso largo y complicado en el que no es oro todo lo que reluce y en el que a veces el príncipe azul no es más que un sapo con ganas de marcha. El estilo de la narración es bastante desenfadado, coloquial, con referencias populares constantes y una ágil combinación de diálogos, conversaciones por chat, e-mails y narración de los sucesos que hacen de esta novela una historia bastante cercana a nuestro día a día y muy liviana de leer. Lo que sí que he echado en falta es algo más de humor, pues tenía entendido (puede que erróneamente) que me iba a encontrar una trama cargada de ironía e ingenio y no ha sido así: aunque ha habido algún momento puntual en el que no he podido evitar la carcajada y sí que se detecta cierta mordacidad, el libro en realidad es bastante formal, sin demasiadas situaciones que inclinen a la risa; no es que esto sea malo, pero me ha sorprendido dado el tono general de la novela.
Conozco a muchas personas en la vida real que han encontrado a su medio pomelo a través de páginas de contactos en internet y, por lo que me han contado, sus experiencias no tienen nada que ver con lo que expone aquí la autora; al parecer, es más común la timidez y desconfianza inicial entre lo que al fin y al cabo son dos desconocidos que la proyección inmediata de una boda por todo lo alto, familia numerosa y Navidades en casa de los suegros; quizás esa ingenuidad de Martina haya sido lo más desesperante de la obra... Pero una vez te metes en la historia y asumes que este es un libro sin más pretensión que la de entretener y con el que es muy fácil desconectar del mundanal ruido, te da igual cuanto de cierto o de exageración hay entre sus páginas: 39 cafés y un desayuno probablemente no es el libro que cambiará tu vida (a menos que lo uses como guía para ligar por internet, aplicando los consejos que se indican), pero te hará pasar un rato agradable mostrándote de paso, hacia dónde se encamina el viejo y noble arte de pelar la pava en este mundo tan enredado socialmente en el que vivimos hoy en día.
"En el amor no hay que conformarse, uno se conforma si tiene que pasar unos meses en un trabajo porque ha salido recientemente del paro, pero el amor es esa cosa que toca tu vida y la contamina, y no podemos quedarnos con algo que no sea amor del bueno, el de verdad. Nunca puede faltar la magia, eso es imperdonable".
Agradezco a Editorial Espasa el envío del ejemplar.